Tuesday, August 29, 2006

5

Érase que se era un Roberto fugaz, un destello negro, una flecha imparable por la Autovía que va de Nerja a Torre del Mar. Nada detenía la imparable máquina, el motor rugiente devoraba los lamentos de sus víctimas, apartados en su indecisión por el vehículo infernal, tras apurar las distancias y el hábil uso del intermitente.
Allá va el mastodonte de metal, divisa a lo lejos un par de obstáculos, apenas dos bultos, casi parados en mitad de la vía. El Astra de la muerte se aproxima a sus víctimas, y cuando está lo bastante cerca, de sus rugientes faros despide dos llamaradas. Dos segundos demasiado tarde se da la intrépida pantera cuenta de su error.
Y dos minutos después, con cara de no haber roto un plato y manos temblorosas, Robertito el bueno entrega la documentación a la policía. Sólo me va a costar 70 euros la broma, y por fortuna el policía se apiadó de mí y no me van a quitar puntos. Quedará, en todo caso, la multa guardada después de abonarla. Junto con el vaso en que bebí mi primer cartojal y el primer relato que escribí y conservo. Hubiera pagado mucho más por este certificado de virilidad que he recibido hoy. Tal y como conduzco, podrían haberme multado por exceso de velocidad o por conducir borracho, pero ha sido por echarle las luces a la poli. Qué subconsciente más macarra tengo.

Monday, August 28, 2006

6

Entre vicios y ronqueras
pasan semanas enteras
yéndote para no huir.
Bajo las ruinas de Iznate
Paco vende chocolate
nunca sonó tan "heavy"
el España Cañí.
Y mientras la orquesta arranca
canta la flor, las bragas que faltan
llega tu réquiem y tu soledad
tu gótico proscrito, tu desamor
y tu puerta estelar
para quien sepa oír
y no quiera olvidar.
Para quien sepa morir de amor
y luego fingir la risa.
Puta, arcángel, casi amiga
te debiste ir
cuando aún no dolía
tu despedida.

Saturday, August 26, 2006

7

Cuando voy a alguna fiesta de despedida, siempre espero recibir flores de un tipo gordo con smoking. Él se me acercaría, e inclinando su peso, me coronaría con madera y hablaría al desinteresado público sobre mis méritos femeninos.
Hace algunos años, cuando fui a mi propia despedida, en un descampado y con una barbacoa (Alguien me preparó mal mi ensalada favorita, y yo no fui educado) era consciente de lo poco que iba a durar aquella indeseada huida, que casi tendría yo que despedirlos a ellos, y el tiempo me ha ido dando la razón. Me regalaron el 19 días y 500 noches, disco que yo me ponía en la ducha y alguna cosa más de la que ya no conservo ni el recuerdo.
Cuando volví, en mi fiesta de bienvenida (Que ya organicé yo) no éramos ni la cuarta parte de los que fuimos, y quise volver hacia mi otro grupo, más bohemio y abundante. Me acordé de dónde estaba, me insulté por mis pensamientos. Tenía el pelo bastante largo y volvía a Málaga, sentí, escuché como parte de mi vida volvía a su orden.
Y pasados algunos meses, llegó una gran época. Un período emergente, un renacimiento. Y el trabajo, y el humor, y las nuevas ideas.
Ayer me recogí a las siete de la mañana, sintiéndome más malagueño y feliz que en mucho tiempo. Estuve borracho y con amigos, en alguna terraza, vi a la nueva incorporación, casi cuatro años menos que nosotros, New Pet. Procuraremos, el simbionte y yo, ser sutiles esta vez.
Los dos, por otra parte, pensamos que vuelven buenos tiempos. Ayer lo olí en el callejón más oscuro de Fuengirola, detrás del Eagle.

Thursday, August 17, 2006

8

Todas las mañanas, al despertar, me preguntaba a mí mismo:
- Chaval ¿tú estás enamorado?
Y la respuesta era siempre no, pero yo seguí preguntándomelo porque lo había cogido por costumbre.
Hace unos días, a las ocho de la mañana, al hacerme la pregunta y por primera vez, la respuesta cambió:
- ¿Estás o no estás enamorado?
Mirada esquiva, suspirillo. Este tío me está ocultando algo. Entiéndanme, yo no soy cotilla, salvo en lo que respecta a mis propios sentimientos, caso en el que me gusta estar bastante informado.
No se imaginan el interrogatorio al que me sometí, perseguía cada palabra y cada gruñido con preguntas agresivas que pretendían presionarme, obligarme a decir la verdad.
Fueron dos horas, frente a frente, las que llegué tarde al trabajo, pero no me importó. Pues acabé, harto de mi inquisición, por responderme la verdad:
- Capullo, sólo te tomaba el pelo.
Y entonces lo entendí porque me conozco. Más que una broma, lo que yo quería era hacerme el interesante, captar la atención, satisfacer mi natural vanidad.
Porque, la verdad, os lo juro, no sé a quién pretendía engañar.

9

Hace unos años, un zombi escapó de un laboratorio. Llevaba una escalera, de esas largas, usadas para cortar las altas ramas de los árboles. Correr con una escalera a cuestas es complicado. Pero el zombi, en su condición de estúpido muerto viviente, no se daba cuenta de ello. Los militares que lo perseguían lo alcanzaron fácilmente y, cuando uno de ellos preguntó a otro:
- ¿Por qué demonios se llevaba el zombi la escalera?
El aludido, con el cerebro agusanado y voz entrecortada respondió:
- Quería... demostrar... una teoría.
Y aquella fue la génesis de lo que luego se dio en llamar "ciencia zombi".
En otra ocasión, siete zombis subieron a un avión. El que sabía pilotar había perdido las manos trasteando con un microondas, así que le daba instrucciones al copiloto, que era un torso con brazos y media cabeza de la que salía un líquido verde a presión en chorros intermitentes.
Dentro del amplio compartimento de carga, pues era un avión de mercanciás, los otros cinco zombis iban montados dentro de un coche. Cuando llegaron a la altitud convenida, se abrió la compuerta y el coche con los zombis dentro cayó al vacío, mientras uno de ellos cronometraba.
Entre los retorcidos hierros que quedaron del vehículo, salpicados de moco verde se halló la grabadora que hubiera recogido los resultados del experimento, de no ser porque se les había olvidado meter una cinta en ella.
Por todo el mundo los zombis repitieron absurdos experimentos en busca de las conclusiones que la ciencia tradicional desechaba por obvias. Zombis franceses demostraron con una regla y cien caniches que no todos los perros, aún perteneciendo a la misma raza, tienen el mismo tamaño.
Un zombi italiano reivindicó en el mismo mes ser inventor del agujero y descubridor del boca a boca.
Jesffrey Winston, zombi hecho Lord por la reina de Inglaterra después de que la mordiera una rata con sobredosis de productos químicos, inventó un arma revolucionaria. Básicamente una pistola de cañón invertido que disparaba a quien la usara. Cuando se convirtió en el arma preferida de los suicidas, Lord Winston renegó de ella, al considerarla excesivamente útil.
Años después de todo esto, vino el asunto de la invasión y de la purga de raza. La ciencia zombi quedó, definitivamente, encumbrada, derrocando la vía de Arquímedes o Newton, inauguraron su fortalecida disciplina con el adagio: "La ciencia no tiene que demostrar nada ¿Dónde están mis limones?"
Consecuentemente y gracias a que aproximadamente el 80% de la población estaba ya infectada en 1.990, se empezaron a tocar en los foros temas distintos a los científicos. De las nuevas tendencias surgieron figuras tan destacadas como Leonard McCarthy, primer pintor zombi en untilizar un pincel en lugar de su propio muñón cercenado para pintar. Jeremías Glimm, con la ayuda de su asistente, Watanabe Hueso, diseñó el edificio que albergaría la nueva sede del Gobierno sudafricano (El anterior fue destruido, resultado de "la batalla de la fiesta de la nata" en 1.994) El proyecto consistía, básicamente, en una manta de gigantescas proporciones, debajo de la cual se metían los dignatarios para debatir sobre los problemas sociales y económicos de la nación, como el paro y el desmembramiento espontáneo.
La poesía de Reneé Malone iluminaba aquellos días de despertar cultural. Su "Oda al delicioso cerebro caducado" sorprendió por la profundidad del mensaje que transmitía usando como único recurso la letra "a", formando con ella palabras de cuatro letras.
No obstante, este movimiento explosivo, este despertar en la búsqueda de la belleza, a aquellos artistas se les acusó, desde un incipiente sector crítico, de ser excesivamente celosos en las formas. Preocupándose, ante todo, de la técnica, y descuidando la chispa de la inspiración y la creatividad muchas veces.
Posteriormente, con el remitir de la plaga, el filósofo sudamericano Hugo García llegó a decir: "Buscaban el arte en la ciencia y la ciencia en el arte"
Después de unos años de esplendor y como era previsible, llegó la decadencia. Se reinventó el surrealismo en una época que no estaba preparada para ello. Cayeron pacíficas dictaduras, se instituyeron caóticas democracias y la plaga se fue como vino.
El olvido ha llegado a enterrar esa eclosión, se la asoció con las drogas y, peor aún, se le buscó un pretexto.
Cuando paseo por las ruinas de aquella vida anterior y mis dedos acarician la columna invisible o utilizo con respeto el medidor de vacíos, gran invento de la época que golpea el aire hasta chocar con algo, delimitando un espacio vacío, pienso en los padres de mi ciencia privada. Me emociono.
¿Resurgirán, algún día, aquellos tiempos?, me preguntaba entonces.
- Volverán, sin duda y para nuestro bien - Me respondo ahora mientras vierto la probeta en el depósito de agua.

Tuesday, August 15, 2006

10

El alcohol era barato, pero el servicio era pésimo. La música se componía de clásicos que iban desde el pasodoble a Shakira. En la chocolatería Gato, Robles y yo nos pedimos tres churros con chocolate, fríos pero muy buenos. Y me destrocé la rodilla izquierda por un golpe que me dio Fernando en los coches choque.
Mientras Mónica cantaba, yo hacía observaciones sobre las bailarinas de su banda, también hablamos de ordenadores, hice preguntas sobre el Windows 64, por el que me interesé hace tiempo pero que parece haber desaparecido como proyecto.
Nos recogimos tarde, aunque Robles nos dijo al principio de la noche que no quería volver más allá de la una. A la vuelta planteamos bebernos la penúltima en la feria de Málaga, pero estábamos cansados así que nos dirigimos directamente a Fuengirola.
Hubiera querido pasear más tiempo por Pizarra, me gustó que se planteara la alternativa, porque Málaga ciudad me da un poco de miedo, por los kinkis y los borrachos agresivos.
No, desde luego no se me olvidará nunca el día que vi mi primer cadáver.

Monday, August 14, 2006

Feliz cumpleaños, pequeño blog

Todos sabíamos que no lo conseguirías.


Es falso que ya nunca escribo.
- Qué amargo es el pudor cuando quiero decirte tanto, ardiendo como gitano en la playa, envidioso como grano de café. A ti debo agradecerte el que amanezca empalmado y quiera comer pelos a todas horas. Por favor, nena, vuelve, echo de menos tu sombra sobre mi jardín.
- Como tú siempre dijiste, nunca fui tuya. Para otra quede el sabor de tu fláccido colgajo. Me casé con tu moto, no admito cadenas que no estén hechas de sonido.
- No sé de qué coño hablas ¿Estás jugando con alguna carta marcada?
- No
- Entonces volveré a quitarme la arena de los ojos.
- El que no acelera nunca se equivoca, no aprende a cambiar la dirección, cuando está a punto de despeñarse. Vete con tu religión de pistoleros, lo romántico se lo arrancas a lo breve.
- Porque soy el resumen de un sueño muy largo.
- Una idea hueca.
- Espíritu estéril pero paternal.
- En tu vertical derrota.
- Nunca le hables de amor a una rubia que se tiñe de morena.
- Ni a quien ríe por no matar.

Thursday, August 10, 2006

11

- ¿Es esto ser serio?
- No, ponerte una corbata en el culo no es serio.
- ¿Y esto? ¿Es esto ser serio?
- No, dar saltos a la comba con un cable de aspiradora tampoco es serio.
- ¿Y qué tal esto?
- Ni besar a un mapache.
- ¿Y si hago esto?
- No - respondía la niña con vehemencia - Eso no es serio. No es serio.
- Pues no sé qué mas puedo hacer ¿Y si...
- Que no.
- Entonces no entiendo lo que significa ser serio, no lo entiendo.
- No lo entiendes porque eres un payaso.
- Si, tienes razón - Y Fufú se echó a llorar.

12

- Me gustaría presentártelo algún día, es lo más maravilloso que me podría haber pasado.
Por la ventana de la habitación se veía el taxi que la esperaba. El taxista, apoyado contra el coche, fumaba un cigarrillo. Y en la habitación, tenuemente iluminada, sobre la cama, sentado, un hombre escuchaba con cierto abandono, sin intervenir en la conversación.
La mujer llenaba una maleta con dedos apresurados.
- Nuestra primera noche, en aquel jardín, tan verde y especial. Él me trajo rosas. Y fue maravilloso. Ahora no entiendo porqué no te lo dije antes. Supongo que pensé que te pondrías celoso.
Mirando el ropero, feliz, inmune. Decide que ya no caben más cosas en la maleta y la cierra. Lo mira por última vez.
- Dame un beso, siempre serás mi mejor amigo.
Y se besan por última vez, y se despiden. Ella casi no llora. Él no sabe si arrepentirse o escapar. Queda en la puerta, viendo como el taxi se aleja.
Desde algún lugar del jardín se acerca al hombre un niño de unos trece años con el rostro serio y la mirada inquisitiva y pregunta:
- ¿Papá, a dónde se va mamá?
- A ningún sitio en especial, ella ya se fue hace tiempo.

13

Hoy llevo los calcetines de distinto color. Uno muy azul, el otro casi morado. Me agacho y los miro, fascinado ante las miles de ramificaciones del hecho. Mi calcetín azul en el pie derecho. Y el que tira a morado en el izquierdo. Pienso en guerras. En dos bandos, cada uno de un color, que terminan su lucha reconciliándose en mis pies. Ahora los veo como símbolos de paz y concordia.
Pero voy un poco más allá ¿Por qué no es lo aceptado llevar cada calcetín de un color? Se asocia la belleza con la simetría, pero en el arte moderno, casi desde la aparición de la perspectiva, no vemos dos lados iguales. Y las mayores bellezas del planeta tienen un ojo más grande que el otro. Y el pene tira hacia donde escora el huevo más pesado.
Lo natural son las pequeñas asimetrías, nuestra aspiración a eliminarlas resulta artificiosa. Miro hacia mis pies, convertidos ahora en rebeldes a los clichés de belleza de una Sociedad prostituida.
Puedo centrar mi atención en uno sólo de ellos, pasarla luego al otro y deleitarme con su individualismo. Ellos, pies hermanos, ahora son más especiales porque tienen algo que los distinga dentro de su pequeña especie. Cada uno de mis tobillos termina en un color, en una posibilidad distinta, de la que quizá disfrute el artista ante el lienzo, planteándose pintar el cieloo el anorak de una niña pequeña que juega en el río.
Sin ser radicales porque, si no, no podrían ser azules ni lisos, demuestran que no existe originalidad sin un mínimo grado de violencia.
Qué grandes son mis calcetines, señalados por el descuido de su dueño, porque esto no fue premeditado y es ahí donde me duele. Si alguno de estos observadores que andan por ahí, catalogando a la gente según lo que llevan encima, diera cuenta de mis pies y realizara la espuria observación de que llevo los calcetines de distinto color, yo sólo podría decir una cosa:
- Ups, qué descuido más tonto.
Y es probable que la próxima vez me fijara más en cuidar este absurdo detalle.

Wednesday, August 09, 2006

14

Asomarme a la ventana, con el cigarrillo encendido, cerrando la puerta a viejos pensamientos. No hay nada como el aire de Verano. Miro a través de la noche ¿Qué derecho tiene nadie a juzgarme? ¿Qué derecho tengo yo a juzgar a nadie? Tengo un poco de frío, y entro de nuevo a mi cuarto.
Vuelvo a salir al rato, me gustaría saber describir las cosas tal y como las siento, lo veo todo de una manera abstracta, me recrimino por ser tan poco práctico. Creo que me estoy volviendo aún más conservador con el tiempo.
Hace un momento leía un relato de Giovanni Papini llamado "El espejo que huye", reflexión sobre lo idiotas que somos los hombres persiguiendo continuamente el futuro, sin llegar a disfrutar nunca del presente. Y es curioso, porque sé que la conclusión es deprimente, pero a mí me ha puesto de buen humor e incluso me he reído un poco.
Y quizá ésa sea la receta de la inmortalidad, tan perseguida por algunos. Para evitar los efectos que sobre nuestra vida tiene el futuro (Como la vejez o la muerte) puede que sólo tengamos que dejar de perseguirlo, de correr detrás del espejo que huye.
Voy a irme a dormir pensando en lo maravilloso que sería el triunfo definitivo de la lírica sobre la biología, en lo que puede llegar a ser mi pasado, en lo que ya ha sido mi presente.
(Bostezo)
Y en Corinne Clery, que no se me quita de la cabeza.

15

Baltasar corría y pensaba, pensaba y corría. Haciéndose preguntas, sintiendo la presión, dándose razones para continuar mientras otra parte de sí mismo le aconsejaba que se detuviera.
¿Qué es la vida? ¿Es esto? ¿Una carrera? Yo siempre fui tranquilo, y aquí estoy, peleando con mis semejantes por llegar a una meta insegura ¿Cómo sé que la que tengo delante es la última parada? ¿Por qué tengo estas dudas? ¿Qué derecho tendría a dudar si, tal y como todos entienden, fuera natural correr? Pero ya estuve antes en estas situaciones, y tras la victoria y una breve recompensa ¿Qué queda? Pelear por el siguiente objetivo ¿Es ésta la genuina existencia? ¿La esencia, la naturaleza de todo es deportiva?
Qué confuso estoy, qué perdido me siento.
Pero sigo hacia delante, no me paro, directo, derecho, no permito que nada nuble el juicio, enturbie mi visión del objetivo o modifique mi pauta. Voy hacia allá, me dirijo irremisiblemente hacia ese lugar, sea cual sea. Y allí estará mi destino, o el principio de otra carrera, de otra lucha o de otra pérdida de tiempo.
No, yo no pensé nunca en esto como apropiado a mi naturaleza.
No, esto no tendría porqué ser así.
Caben las opciones, puede que no los atajos, pero seguro que existen las alternativas, aunque haya de enfrentarme al rostro de Dios. Aunque me arriesgue a estar equivocado. Lucharé, lucharé contra mi instinto. Ganaré cuando venza mis miedos.
Y quizá, algun día, todos sigan el camino que yo tracé, en lugar del que hoy nos imponen. Pero ¿No estaríamos volviendo a empezar? Me devora la culpa al pensar que, inventando la opción no hago sino dividir el corazón de la gente ¿No seré yo causa de enfrentamiento a partir de ahora? ¿A los conservadores contra los egoístas? ¿A los relativistas contra los religiosos?
Sólo conozco una manera de comprobarlo y creo que me he ganado el derecho.

Con cuatro cuerpos de ventaja, Baltasar sigue en cabeza. Dios, ese caballo corre como el demonio. Y aumenta la distancia con su inmediato seguidor, Bala de plata... pero, un momento, ¿Qué ha sucedido? Increíble, Baltasar, líder indiscutible de esta carrera y de lo que llevamos de campeonato acaba de parar en seco, lanzando al jockey por los aires. En todos mis años como comentarista no había cisto nada igual. Los servicios médicos se dirigen rápidamente a la pista, para atender al herido. El caballo está ahí, parado, casi inmóvil. Parace que Ramiro García, jockey de Baltasar no está herido de gravedad. Ha sido un milagro que los otros caballos no le hayan arrollado. Esto va a ser una muy mala noticia para quienes apostaron por el favorito.

Tres meses después, Snoopy, un cachorro de labrador, vaciaba su plato sin saber que estaba comiendo carne de un campeón de las carreras. Poco pasó desde entonces hasta que empezó a ver las cosas de otro modo y a relativizar sus prioridades.
- La vida no debería ser mecánica - Se decía a menudo.

Tuesday, August 08, 2006

16

¿Os imagináis lo maravilloso que sería ser asiático?
Para empezar, esas fantásticas series anime, que aquí algunos llaman "dibujitos", tratando de infantiloide al que las disfruta. Podríais enfrentaros a esos prejuiciosos con vuestros ojos rasgados y contestarles: - Señor, si veo series animadas de aliens de grandes tetas que se entregan sumisamente a estudiantes de instituto es porque se trata de la manifestación cultural más importante y exportada de mi país. - E iros con una ventosidad para rematar la escena.
Otra gran ventaja de ser un amarillo es no tener que preocuparos de vuestro aspecto físico. Se acabó lo de tirarse horas delante del espejo pensando: Tengo la nariz demasiado grande o los ojos demasiado juntos. Si tú eres feo, lo son otros 200 millones de personas que viven en China con tu mismo careto de come-limones. Y no digamos en el sexo. Si, a pesar de la vulgaridad de tu rostro, digamos que por una personalidad interesante, consiguieras llevarte al catre a alguna señorita moderna y esta chica, por demás experimentada, señalara a tu cosita y, como le pasara al amigo de un amigo, empezara a reírse con grandes carcajadas del tamaño de tu palo del amor, tendrías la excusa perfecta:
- Nena, no tengo la culpa de haber nacido de esta raza.
¿Y los problemas emocionales que en la sociedad occidental derivan en neurosis colectiva? En Asia puede dejarte la novia por otra mujer, soportar que el sádico de tu jefe te electrocute un poco con esas maquinitas que venden en las ferreterías si no llegas al objetivo, entender que tus padres nunca quisieron tener un hijo y que, desde que naciste, has sido una decepción para ellos.
Nada importa. Da igual que vivas dentro de una película de Woody Allen. Porque cuando más agobiado estés, cuando no soportes la vida y quieras suicidarte después de llevarte a alguno por delante, aparecerá siempre un lagarto gigante o una polilla lanzando rayos por los ojos, o una versión robótica y desquiciada de alguno de estos ejemplares y destruirá tu ciudad, para luego meterse tranquilamente en el mar y dejarte encima de una pila de escombros, con cosas realmente importantes en las que pensar y cara de gilipollas.

17

Tenía ya casi terminado un post sobre cómo va a ser la fiesta, pero prefiero dejar algunas cosas en el aire, para que tenga un margen de incertidumbre. También podría hablar de lo que me ha pasado últimamente, pero tengo muy claro que no quiero líos ahora, vengan de donde vengan. Quiero divertirme y descansar un poco más.
Podría contar alguna historia, pero voy a pasar porque es tarde, y luego me entusiasmo y no quiero parar, pero tengo que hacerlo porque estoy que me caigo de sueño, y empiezo a pensar en Randolph Carter, en la conjura de los gatos, que lucharon valientemente contra seres membranosos para rescatar a sus compañeros secuestrados de la luna.
Y me apetece ver una buena película de zombies y probar el switch para ver qué juegos funcionan o cuales no, y tenerlo todo preparado para el día 12 y sorprender a amigos y enemigos con un nuevo look, indetectable por los empleados de banca.
Qué demonios, me apetece comerme una barra de chocolate en el Jacuzzi, aunque no acaba de gustarme el de mis padres, porque se me clava una cosa de metal a media altura, por debajo de la última costilla, pero qué bien se queda uno, y luego sale con su toalla enrollada en la cabeza y empieza a hacerle muecas al espejo, como si fuera una mariquita, y me echo un poco de rimmel, que es muy normal porque soy un tío moderno que aspira a un culo prieto y unas pestañas perfectas.
Y se me hace la boca agua pensando en la barbacoa psicodélica que va a traerse el gato a mi casa, y miro la luna mientras bebo zumo de naranja. Y pienso que no hay razón para la bulla ni para la melancolía, porque, aunque nada salga bien a veces, la noche es perfecta.

Sunday, August 06, 2006

18

Henry y Ottis llevaban varios kilómetros dentro del desierto que yacía en el gran lomo de Cthulhu. Aunque habían sido previsores antes de embarcarse en la aventura, llevaban el agua justa, e incluso las provisiones podían llegar a escasear en unos días. Ottis sostenía en una mano su viejo revólver B-40 modelo "Mataperros" y Henry le sonreía al viento como un idiota, precisamente lo que era.
- Oye, Ottis.
- Dime, Henry.
- Siendo millonario y todo eso ¿Por qué sigues llevando ese arma oxidada? Podrías comprarte un buen rifle láser, o una piedra-búmerang-fotosónica que hacen bonito cuando se la lanzas a alguien.
- Mira, Henry, hay dos formas de ver a mi mataperros. Puede que, por haber pasado tanto tiempo, ya no sea el arma que solía ser, o haya quedado obsoleta y convenga cambiarla. Por otra parte, y tal y como yo lo veo, si un objeto, en este caso un arma, ha durado tanto, es prueba de que posee una resistencia especial. El que haya llegado tan lejos es la razón de que siga siendo tan buen arma. Con ella no corro el riesgo de que me explote en las manos a los diez disparos.
- Pues yo estoy deseando probar ya mi nuevo arma, el lanza-monos 4.000.
- Sí, es graciosa, aunque la munición es un poco cara.
- Quien algo qui... Ottis, mira, allí.
Ottis dirigió la mirada hacia donde le señalaba Henry, y pudo distinguir la pequeña aldea, de dimensión no mayor a la de nueve cabañas, pero en la que, quizás, tenían la oportunidad de repostar y conseguir un mapa.
Tardaron una media hora andando, y rápidamente se dieron cuenta de que se trataba de un pueblo fantasma. Ni agua, ni mapas, ni comida.
- Pues vaya - Dijo Ottis. - Lo mejor que podríamos hacer sería quemar el lugar y darnos un poco por culo mientras quedamos hipnotizados por el crepitar de las llamas.
- Henry, no te salgas del personaje.
- Perdona.
- Oye, ¿no tienes la sensación de que alguien nos observa?
- La verdad es que sí, precisamente te lo iba a decir ahora.
De entre unos tablones tumbados contra la fachada de una de las chozas, emergió un hombre- escorpión, de no más de medio metro, con la cara deformada por dos prominencias, como las mandíbulas de una hormiga, de mitad de la espalda le emergía el aguijón y su conversación no resultaba especialmente interesante:
- Señoresssss, ayuuuuuuda.
- ¿Qué?
- Ayuuuuuuuda, por favooorrrrrr.
- ¿Quién eres, de dónde has salido, y que te hace pensar que te voy a dejar entrar en mi discoteca? - Preguntó Ottis.
- Nos atacarrrrrrrrrrron.
- ¿Quienes?
- Los hombresssssss piedrrrrra.
- Bueno, explícanoslo lentamente. Si podemos ayudar lo haremos, pero la verdad es que nos vendrían bien unas cuantas provisiones y, si es posible, un mapa. Aunque registrando el pueblo no hemos encontrado una mierda.
- Oh, eso es porque lo que queda del pppueblo, vive ahora en los ssssssssssssubterráneossssss.
- ¿Lo que queda de tu pueblo?
- Sssssssssssssí, yo, yo vivo en los subterrrrrrrrrrrraneos. Soy lo que qqqueda de mi pueblo, allí guardo los vvvvíveres.
- Bien, explícanos lo que pasó.
Extendiendo las sílabas todo lo que pudo, el hombre-escorpión les explicó que, hace unos años, un familiar suyo, en una exploración, había topado con uno de estos hombres piedra que lo habían atacado sin mediar palabra ni dejar lugar a la diplomacia. Éste hombre-bicho había vuelto al pueblo con dos patas y el aguijón roto después de descubrir que los hombres-piedra eran inmunes al veneno.
Y así había comenzado una guerra, pues antes de expirar, el magullado insextoide les había señalado el emplazamiento donde encontrar a sus agresores al resto de bichos.
Todo un ejército pereció contra ellos, nada se pudo hacer. Sólo sobrevivió él, estaba enfermo de parásitos cuando se declaró la guerra contra los hombres piedra.
Y ahora les proponía a nuestros héroes, a cambio de comida, que derrotaran a sus enemigos, él les acompañaría en la expedición.

Llegaron a las dos horas al claro:
- Miraddddddddd, allí, allí estánnnnnnnnnnn.
- ¿Quiénes? Yo sólo veo piedras - Observó Ottis.
- No, ssssssssssssson peligrosssssssssos.
Henry se aproximó, gigantescas lascas, cubiertas algunas de ellas por una sustancia pegajosa y restos de caparazón. Ni rastro de voluntad en ellas.
- Oye bicho, cuando dices que estas rocas os atacaron ¿A qué te refieres exactamente?
- Biennnnnnnnnnnnn, lo confesarrré. Fuimosssssssss nosotrosssss. Nosotrosssssssssss iniciamossssss la ofensiva, queríamos su territorío.
- Son piedras, no están vivas, no podrían haberos hecho daño, si no os hubiérais puesto a chocar contra ellas como idiotas.
- Quieressssssssss decir que no estánnnnnnnnn vivasssssssss.
- Exactamente.
- Así que hemosssssss ganado.
- Em.
- Hemosssssssssss ganado, sí, sabía que nuestra poderosa raza acabaría por imponersssssse.
- Bueno, vale - Ottis empezaba a aburrirse - Danos la comida que nos prometiste y nos marcharemos.
- Haré algo mejorrrrrrrrr. ¿habéis oído hablarrrrrrrr de un maravillosssssssso proceso llamado fotosíntessssssssis?
- Nosotros somos humanos, no podemos...
- Primero abrísssss la boca hacia el sssssssssol y luego...

(...)

- Pásame otra pata, Ottis.
- Toma, Henry.
- Está bueno, pero le falta algo de sal.
- Y el veneno le da un regusto raro en algunas partes a la carne,
- Sí.

19

- ¿Y qué crees que te espera, con esas notas? ¿Qué harás con tu vida? Yo no voy a estar aquí siempre para protegerte. Y ya sé que piensas que siempre te digo lo mismo, pero es que no puedes seguir así, sinceramente.
Estás destruyendo tu vida, por muchas excusas que quieras ponerte, o que quieras ponerme a mí, aunque a mí no me puedes engañar tan fácilmente.
Mira, no le he dicho nada tu padre, pero las he visto. Sé qué es lo que escondes en el cajón de los calzoncillos, he visto la bolsa. No me mientas. No soporto que me mientas ¿Crees que soy estúpida? Aunque sea de un amigo. No tiene porqué estar allí. El otro día me desvelé a las cuatro de la mañana, porque te oí salir. Y asomé la cabeza por la ventana. Y te vi.
Vas a matarte, y vas a matar a tu pobre padre, que lo único que hace es preocuparse por ti, e intentar que estés bien. No me grites. Es tu cuarto, pero es mi casa.
Mira, Antonio, lo damos todo por ti. Y siempre hemos estado aquí, cuando nos has necesitado. No quiero que un día me llamen para decirme que mi hijo ha muerto por sobredosis, o por conducir borracho, o por una de esas peleas que tienes a veces, también lo sé.
Por favor, no te vayas, escúchame, escúchame...
Bien, es importante que me oigas. Sé que es tu vida, pero cada vez que te haces daño a ti mismo, nos lo haces a nosotros también.
Rodeada por las paredes del asilo, la Señora Urrutia, de 65 años, abrazó el peluche que tenía encima de su cama, y terminó la conversación susurrándole al oído:
- Y júrame que no lo volverás a hacer.

20

Después de que tirara a su hermana (Mi cuñada) por las escaleras en un arranque de justa ira, ella decidió que, después de todo, yo no era el tipo con el que quería compartir el pan y la cebolla. Y me dejó a la puerta de casa, con las maletas hechas y un tupperware con callos a la madrileña.
Aquello me dolió más de lo que se puede esperar de un enfermo mental, y sin ánimo siquiera de irme a la plaza a asustar a las palomas, o enseñarle la cola a los niños del parque, me puse a buscar un hostal.
Y caminaba por una calle, con la maleta a cuestas, cuando sonó la canción más bonita del mundo. Lo juro, sentí como el sonido del piano, sin intermediarios, entró directamente en mi alma y sincronizó con mis latidos, con el pulso de mis sienes, con el ritmo del dolor y la belleza.
La música provenía de la ventana que estaba encima mía. Bajo ella, la puerta estaba entreabierta así que, ni corto ni perezoso, me adentré en la oscuridad y corrí al subir las escaleras. Para encontrarme con un salón de tamaño mediano, ocupado por tres filas de cinco sillas cada una, en la mayoría de las cuales se sentaban personas de gesto abigarrado y trajes decadentes: Aquel llevaba una chistera rota, aquella unos pendientes llenos de polvo, casi todos chaqués pasados de moda, eran como aristócratas de hace dos siglos.
Y sobre el piano, el pianista, desmayado, aunque la música siguió sonando unos segundos más, y el público ya parecía haber perdido el interés y hablaban entre ellos, presumiblemente, sobre la obra.
Me acerqué a uno de los personajes, y quise hacerle algunas preguntas, pero algo me detuvo: El firme brazo de un tipo que iba vestido de mayordomo y que, con gesto serio, me recondujo hacia la puerta, ignorando mis preguntas, llevándome casi a rastras por las escaleras.
Desde fuera de la casa pensé que acababa de ver fantasmas, que si volvía a intentar entrar encontraría la casa vacía y una posterior investigación podría llevarme a descubrir que un montón de ricachones del siglo diecinueve habian muerto en aquel lugar por una desgracia colectiva.
Sin embargo, cuando intenté volver a pasar, me detuvo en la puerta el mismo mayordomo, tan gastado como todo lo demás en aquella casa, espetándome, con un ligero acento inglés:
- Usted no puede pasar, no está invitado - Y cerró la puerta tras de sí.
Recogí mi maleta, había tenido suerte de que nadie se la hubiera llevado o la hubiera intentado abrir, continué mi camino hacia el hostal. Un poco más adelante de la casa, escuché unas risas, y supe de dónde provenían.
Menuda mierda de día.