Friday, April 27, 2012

El tabaco es bueno para el alma porque el alma está hecha de humo

Como Dios, como la arena, como las caricias, como el vino, como tú, como yo, como nuestras sombras abrazándose en un presente infinito.

Cada día un poco más, ya sabes que la MTV me pone tierno.

Thursday, April 26, 2012

Vivencias Premios Orola

Es la primera vez que me presento a un concurso y aunque fue más por probar que por ver si me llevaba la pasta (Adoro el dinero), estoy un poco picado por no haber quedado ni entre los 100 finalistas. En todo caso, ya están escritas y quizá alguien les vea la gracia. Las bases indicaban que debían de mandarse entre cuatro y seis "vivencias", con un límite de caracteres por cada una. Aquí quedan las mías:



PROMESA FRENTE AL MAR

Apoyado en la barca yaciente, frente a un mar que arrastraba basura hacia lugares lejanos, charlando con alguien sobre el efecto beneficioso del aire ionizado sobre las neuronas, quise representar una decisión con un gesto. Así que, con el paquete en la mano, arqueé el cuerpo, la mano hacia atrás, el músculo tensado e hice volar en parábola a los que iban a ser mis últimos cigarrillos.
Inesperadamente entre mis amigos obtuve algún gesto de desaprobación que luego se explicaría: Había quien estaba dispuesto a hacer útil mi sacrificio y quienes, con razón, pensaban que lo que había hecho era poco ecologista.
Inservibles flotarían hacia el final del mundo. A veces, por el paseo marítimo suspiro y miro al mar mientras me digo que no hay promesa más difícil que la que nos hacemos a nosotros mismos. Me gustaba el mar.

PROFESIONAL DE LA IRA

Su puño golpeó varias veces sobre la mesa, los ojos fijos en mí, mueca torcida. Escupió sus verdades como quien intenta fijar con clavos un pedazo de madera podrida. A veces me hacía preguntas al azar, sólo para comprobar si le escuchaba y yo no sabía qué decir, cómo expresar que no me sentía culpable sin arriesgar más de lo que ganaría siguiendo el curso de mis instintos.
De su boca salían acusaciones inverosímiles, no se levantó hasta acabar de insultarme. Despotricando llegó a la puerta y la cruzó sin dejar memoria tras de sí.
Me levanté aliviado por su ausencia, me dirigí a la barra y allí me pusieron la cuenta:
-          No, hoy sólo pago mi parte.
-          ¿Y lo de su amigo?
Alcé los hombros en señal de indiferencia. A regañadientes el camarero se conformó con lo que le daba y yo también salí.
Quince minutos después volví a la cafetería y pagué el resto.

BATALLA PERDIDA

A partir de las doce menos cuarto, se produce una pequeña guerra entre dos cuerpos dormidos. El objeto de la disputa se extiende de manera desigual formando colinas y valles. Desde un estado de tensa calma, cada parte toma su lugar y la primera mano intenta obtener una ventaja crucial, inútilmente:
Quien no se envuelve con el trofeo, agarra una esquina e intenta impedir la derrota usando su peso como defensa. Acaban acercándose el uno al otro a fuerza de tirar contra su opuesto, gritos de guerra en forma de murmullos lastimeros.
La batalla terminará siempre con un giro, donde el aparente vencedor recibe la carga definitiva, palabras que escaparon del sueño:
-          Cari, que me estás quitando todo el edredón.
Y el ganador, como hechizado, renuncia a su trofeo generosamente, con la esperanza escondida de perder la próxima contienda.

FANTASMAS

Tenía doce y había sombras bailando en la habitación, un amigo se había quedado aquella noche en nuestra casa y, después de los videojuegos, sólo nos interesaba contar historias de fantasmas, que en la suciedad de los cristales y a la luz filtrada del pasillo adoptaban formas acechantes y vacías.
- ¿Tienes miedo a la oscuridad? – preguntó Esteban en algún momento.
Pensé mi respuesta. Un demonio colgado gritaba contra la estantería, había una bruja detrás de la bola del mundo donde aún existía la Unión Soviética y en el jardín unas pezuñas  (puede que las de mi perro) arañaban furiosamente el césped.
- No – contesté -  ¿y tú?
- Tampoco – respondió.
Permanecimos en silencio y con la luz apagada hasta que llegó el sueño. Hasta entonces las sombras siguieron bailando y sonriendo, como cuando las habitaciones se quedan vacías.

EL HOMBRE SONRIENTE

El otro cajero me advirtió:
-          No te asustes, que es buena gente.
En la cola, a dos personas de nosotros, un hombre con el rostro desfigurado sostenía con dos dedos su cartilla. Su mano estaba hinchada y su cuerpo también parecía de alguna manera retorcido de una manera difícil de describir. Su piel presentaba, por zonas, distintos colores y en algunas partes era tan fina que parecía a punto de abrirse y dejar escapar su sangre. Mi compañero me explicó, antes de que me tocara atenderle:
-          De pequeño se cayó en un brasero y se quemó entero.
El hombre con la piel rota dio los buenos días, hizo su transacción, me dio las gracias y se fue, siempre sonriendo.
-          Son cosas que te marcan el carácter – Sentenció mi compañero.
-          Son cosas que demuestran el carácter – Pensé yo, mientras un señor de gesto agrio llenaba de monedas mi bandeja, en silencio.

EL IMPERDONABLE OLVIDO

-          No voy a traer el vino, que sé cómo te pones después.
-          Fue sólo una vez.
-          Dos, que yo recuerde.
-          Recuerdas mal si te estás refiriendo a “eso”.
-          Me refiero a Rosa, su amiga y tú.
-          No, aquello fue Alex.
-          Nein, fuiste tú, seguro.
Paramos de hablar, con la sensación de que el otro no se acordaba de lo que había sucedido hacía sólo cinco años. No nos íbamos a enfadar por esa tontería, pero su insistencia en decir las cosas como no ocurrieron resultaba molesta. Alex llegó en ese momento de la cocina:
-          Ninguno tenéis razón, fue con Fernando, que entonces no tenía novia.
-          Ah, claro, es verdad.
En un leve momento de reflexión, me pregunté sobre cómo me recuerdan los demás cuando no estoy presente. Somos cuadros imposibles en la memoria compartida de los que creen conocernos. Y si asentí fue por callarlos, porque Fernando no fue.

Tuesday, April 10, 2012

Lápices de color rojo intenso

Dispuso sobre la mesa, sin orden particular, un millón de lápices rojos. El auto-foto ávidamente captaba cada imagen de la secuencia sin que el Relator interrumpiera, incapaz por el momento de dar coherencia a la escena.
Torwald preguntó a través de su máscara: - Si este experimento no es mental, no obtendremos los fondos que necesitamos.
- Amigo - Respondió Sintac tras colocar el último lápiz rojo formando una cruz con el penúltimo - Como científicos nos debemos siempre al giro y es nuestra obligación combatir las modas, por más que esta tendencia pasada haya sido tan fructífera. Ha llegado el momento, declaro, de usar las manos en lugar de estas magníficas chisteras amplificadoras del pensamiento.
- ¿Y los monóculos de visión nocturna?
- Incluso las ruedas de bicicleta como máquinas sutiles de rotación de sistemas sublunares imaginarios.
- Impresionante encaje de palabras.
- No me será tan fácil hablar de manera delicadamente incomprensible cuando haya sustituido la ampliación de RAM de mi cerebro por este minúsculo chip en modo "eco".
- ¿Y cuál es el propósito del intercambio? - Inquirió Torwald.
- Su única función consiste en repetirme constantemente mis propias ideas para obligarme a pensar que son las únicas posibles.
- ¡Oh!

- Y ahora que toda mi estupidez está concentrada. Torwald, por favor, acércame la gorra Canífera Verdiazulada con logotipo de marca estampada.
- Aquí tiene, profesor.
- Comprendan antes de que dé el último paso en mi conversión que esta operación no tiene el menor sentido: Es mi propósito demostrar que, llegados a este punto de perfección humana a nuestra Sociedad sin hambre, guerras y con armoniosos artefactos trabajando en las calles por nosotros sólo le queda degradarse y volver a viejos rencores. Derrochar inteligencia, arrojar el conocimiento por el sumidero, recrearse en la degeneración y dar paso a escritores malditos propensos a marginar a las palabras entre innumerables signos de puntuación.
Estos lápices rojos son, cada uno, un punto suspensivo. Les presento... la muerte de mi cerebro:

El profesor Sintac sacó una jaula de debajo de la mesa. Abrió la puertecilla y dejó salir a un gato de aspecto triste, al cual colocó sobre los lápices aleatoriamente dispuestos, asegurándose que todas sus patas estaban sobre, al menos, uno de los lápices. Al soltarlo, el animal intentó caminar torpemente pero la inestabilidad de su soporte le hizo amagar una caída en dos ocasiones. En todo momento, pañuelo bordado con sus iniciales tapando la boca, el Profesor Torwald tosía una risa fingida y declamaba:
- Humor primario, humor primario, sientan sus mentes envejecer hacia el olvido.
El resto de asistentes, convencidos de que el eminente científico no podía equivocarse, se persuadieron de que estaban perdiendo la inteligencia y empezaron, con aspavientos, a demostrar su nueva condición de idiotas:
- Creo que los agujeros negros son manchas en las solapas de un traje fosforescente tejido por los ángeles para el mismísimo Dios. Ju, ju, ju.
- Estoy convencido de que las estética es un valor definitorio. Ji, ji, ji.
- Lírica es una marca de cerveza y quizá algo más, pero pretendo no saberlo porque estoy poco dotado intelectualmente, como demuestra mi risa, en la que las consonantes están mezcladas de manera absolutamente caótica: Ij, ij, ij.

- Bien - Sentenció el profesor. - Doy por finalizado el experimento, dejo la gorra sobre la mesa y me retracto de algunas de mis palabras: El mundo no está preparado para una estupidez semejante. Es demasiada degradación y conlleva demasiado poco esfuerzo. Lilian, por favor, toma al gato y llévalo donde pueda disfrutar de deliciosa carne y sorprendentes juegos. Después de lo que le he hecho, no soy capaz de mirarlo a los ojos sin sentirme terriblemente arrepentido.
El resto de alumnos permanecía en silencio, sintiéndose como monstruos de depravación. Alguno de ellos escribiría años más tarde en el Ultrasonovox: Aquel día violamos a la Mona Lisa antes de que fuera pintada,
Es conocida el resto de la historia, como algunos de ellos se retiraron a actividades menos peligrosas para el espíritu y cómo dejaron de celebrarse con té las hazañas científicas que se separaban de lo marcado por la Universidad de nácar. El relato que hoy les llega, apócrifo como otros tantos, indudablemente herético, es una advertencia contra las rupturas conceptuales. Prohibido sacarse revoluciones de la chistera.

Desempolvarse

... arrodillado frente a un pájaro abierto. Los pequeños gusanos devorándolo mientras lo hago moverse con un palo. Llega un momento - piensas mientras lo escribes - en que las palabras no llegan a ser suficientes y te sientes atraído por lo visual, y aquí está la degeneración de la creatividad: Cualquier cosa que puedas expresar debería de ser posible expresarla únicamente con palabras. Si pones una cámara delante de un cuadro no te devolverá más que la imagen falseada por un ojo artificial. Así que sigues golpeando, el palito se dobla, quizá acabe por quebrarse y luego pasas al salón, o simplemente estás ahí, pero quizás deberías narrar como caminas pesadamente o sobrecargar al lector con omisiones sobre el trayecto. Es la clave de todo buen relato, y de todo relato malo: La historia que no cuentas.
Lo cierto es que, coherente con el declive que todo parece sufrir a mi alrededor, con la pesada monotonía y la inhabilidad, falta de fuerzas para remontarme y traicionar a la corriente, llevo años sumergido en la trampa de lo visual. Hasta quise insinuar en la primera entrada del año que iba a mostrar mi rostro pero ¿serviría eso de algo? Quiero decir, yo tengo cara, los que me leéis tenéis cara. Y, al final, todas las caras son más o menos iguales. Acaricié la idea de dar un paso al frente, aún me la planteo, como quien se inventa un ejército de un sólo soldado, dispuesto a atraer la atención y a canalizarla hacia alguno de los proyectos que me voy planteando y que soy incapaz de concluir, porque es necesario señalar que el palo siempre acaba por romperse y, el cadáver ya no puede ser movido si no es usando el dedo directamente (Lo que me da un poco de asco y me suele llevar a usar guantes). No se puede escribir bien con ellos, particularmente con los que están hechos de goma.
Pero creedme si digo que tenía alguna buena idea, y sé que eran buenas porque son robadas de otros que las robaron a su vez. Sin originalidad tampoco hay riesgo: Estuve echándole un ojo goloso a "Reefer Madness" y tuve ideas dispersas para un cómic. Luego llegaba a casa y, si el fin de semana estaba próximo, empezaba a comprometerme en planes incompatibles con un ritmo de trabajo necesario. No es, por tanto, bloqueo, tiene que ver más con un "cansancio estructural" o una falta de vanidad por mi parte, fiebre de los treinta o dispersión libidinal o bajo nivel de autodesprecio con la consiguiente desesperada falta de reacción compensatoria.
Así que, con el alma de una tarde naranja de domingo, con su tele de fondo incluida, me despido de este post deseándome un ánimo más propicio, que estoy hecho un coñazo.