Wednesday, February 03, 2016

Antes del último acto: Instrucciones por si aparezco apuñalado en un vagón de tren

Un mes si acercarme por aquí. Desastre. La razón está en que los exámenes me tienen disperso. En cuanto los termine y me relaje, cierro la historia de Alaminos. Lo prometo. Pero como requiere algo de tiempo estructurarla y para que el hueco no se haga más grande, toca un post marcador que me ubique en la próxima relectura. Hablo aquí de tres cosas:
De la edad del miedo, que precede por poco al miedo a la edad. A las neurosis estoy acostumbrado. Sé torearlas, llevo toda mi existencia con estas... particularidades: No beber de un vaso húmedo, mirar a través de un catalejo formado con mi mano la hora de la alarma todas las noches antes de acostarme, revisar obsesiva y compulsivamente las cosas que pueden provocar un fuego (En la realidad y en mi imaginación)... Esto es distinto. Son terrores viables, sin componente fabulador. Son amenazas posibles, miedos no espectaculares con potencial para realizarse. Preocupación por la familia, la economía, la muerte... Me hacen vulgar y no me abandonan. Son mis nuevos compañeros. No me gustan.
Lo segundo es la perspectiva. Tanto tiempo persiguiendo el cambio y sólo había que cambiar la dirección en la que buscaba el conocimiento. En "Giro hacia los números" comenté que me estaban empezando a gustar las matemáticas. Pues es cierto, estoy disfrutando mucho de la nueva carrera, aunque pienso que el riesgo de fracaso también es grande. No es como con Filosofía o con Filología Inglesa. Ni siquiera es como con Económicas, que sólo caté superficialmente. Todo es grande y de una complejidad que se multiplica exponencialmente y los exámenes no están dulcificados. Los fracasos no son dolorosos, las victorias por la mínima, de producirse, serán muy celebradas.
Lo tercero es la enemistad. Con el carácter que gasto, es normal que haya gente que me odie. Tampoco me va lo de calmar los ánimos. Si alguien quiere arder de furia hacia mí, que lo haga. Que se joda, de hecho. Soy maravilloso, lo sé porque mi persona preferida me lo dice a menudo. Pero ¿Y si apareciera muerto con un puñal del tamaño del pene del negro famoso de Instagram atravesándome de lado a lado? ¿Por dónde podría empezar la policía a buscar culpables?
Está la gente con la que me he enfrentado por sus ideas políticas. Son un montón, una panda de violentos irracionales sin sentido del humor. Están aquellos que han roto su amistad conmigo porque son unos susceptibles de mierda y no les gusta que les digan las cosas claras. Están los traidores que han herido mi sensibilidad con sus insultos, a lo que siempre he reaccionado con educación y mesura. Y no son conjuntos disjuntos, sino que el área de intersección entre todos ellos es grande.
Pero, aunque hay mucho donde elegir y a pesar de la importancia que me quiero dar hablando de futuribles asesinos, si apareciera muerto, lo muy probable sería que mi fallecimiento fuera a causa de una persona concreta. Una persona que nunca me ha ocultado su intención de acabar con mi vida. Y el nombre de esa persona es