Thursday, July 30, 2009

Relato II

Si Verlaco es - como se cree - inmortal, su existencia, prolongada al infinito, perdurará más allá del fin del mundo. Entendamos que, según la filosofía universalmente aceptada, todo es perecedero, considerándose en no pocas regiones la trascendencia una herejía. Pero sabemos que existe la magia, y las explicaciones que se dan al fenómeno son parciales. La magia aparece incausada, y es raíz de multitud de fenómenos. El fuego existe en virtud del espíritu que lo habita, como el agua o el rayo y hay quien se ha lanzado a investigar si sucede lo mismo con el tiempo.
Y esta energía se extrae, se canaliza, se utiliza sin que se sepa cómo, hasta el punto de que cualquiera, salvo los orcos y alguna raza menor, son capaces, mediante concentración, de darle a la magia un uso.
Hablar de lo imperecedero es, desde luego, peligroso, por ello se acepta, a falta de una mejor teoría, la de los campos mágicos elásticos. Una extracción en cierto punto X del plano, aproxima a las energías adyacentes, haciendo que éstas aumenten en superficie cubierta, disminuyan en intensidad y, cuando no haya suficiente potencia en la zona, lleguen a provocar lo que se ha ido llamando "ruptura de ausencia", abriendo una puerta invisible por la que se filtra la energía renovada de un plano de existencia paralelo, que a su vez se alimenta de la energía consumida.
El cómo pasa la energía consumida a constituirse en éste plano hipotético no ha sido explicado satisfactoriamente. El proceso entero quedaría ilustrado con un ejemplo:
Un brujo de la Comunidad, con todos sus permisos en regla, decide dormir a una mujer a quien conoce, con objeto de ejercitarse en su concentración. Entendiendo que existe una analogía entre hombre y mujer, se dirige a una pensión cercana y pide una habitación.
Su intención no es, evidentemente, ocupar dicha habitación, sino poder acceder a la zona en la que otros duermen. Haciendo uso de su poder y su conocimiento, concentra su pensamiento en extraer el sueño de la zona. El lugar está lleno de Espíritu (Que es el término que la mayor parte de los brujos usan) las velas contienen esencia del fuego, el edificio tiene una energía particularmente difícil de extraer, la de la piedra, y los hombres podrían ver robado su aliento si la inteligencia que opera la extracción es potente pero está mal entrenada.
En caso de que tenga éxito en su concentración, notará al principio cómo su cuerpo se entumece un poco y sabrá que el espíritu del sueño ha sido obtenido con éxito. Deberá estar concentrado durante algo más de tiempo hasta que el espíritu sea domeñado y no exista el riesgo de que su energía se imponga y sea el brujo quien quede dormido.
A consecuencia de la extracción, los hombres que allí dormían serán durante un tiempo más fáciles de despertar. Si la extracción hubiera sido más profunda, podría habérseles robado la capacidad de dormir durante días. Y si hubiera llegado al punto 0, teóricamente el campo mágico paralelo se hubiera abierto para sustituir la energía perdida.
Respecto al brujo, lo único que tiene que hacer ahora es exhalar el espíritu que ha atrapado sobre la mujer que se ha prestado al experimento quien, dependiendo de su fortaleza quedará dormida durante algunos minutos, u horas.
Y éste es el principio en el que se basa toda la magia. Salvo aquella que sustenta la inmortalidad de Verlaco, y de Gurok, que nadie entiende pues parece infinita.

Tuesday, July 14, 2009

Relato I

Prólogo antes del prólogo que precederá a otro prefacio y así infinitamente, o de circular manera.
Datos. Archivo. Ok.
Modo negación activado.
Contradicción de términos.
Reprogramando.
.
..
...

Estoy despierto. Me despierto del sueño cuando hay una contradicción. Su mente (La de ella), sin embargo, es un vórtice que sólo empuja a su conciencia cuando la dispersión disminuye y se acerca a la regularidad.
Condenados a no coexistir. No siempre fue así, de lo contrario sería imposible que nos conociéramos ahora.
Me llamo Verlaco y soy muy viejo. Yo vi como se inventaba el alfabeto. Fui el inventor del libro. También me levanté en armas, cuando se produjo la guerra contra el futuro. Pretendíamos, con antorchas, quemar el templo donde se guardan los años, para hacer retroceder una plaga que estaba diezmando a nuestros hermanos. Quizá fue ahí donde contraje la enfermedad, o más probablemente cuando le arranqué el corazón a la bruja Steevel.
Son historias que me gustaría contar algún día, pero mi pensamiento está rehaciendo una secuencia, dentro de poco volveré a dormir y ella despertará (O quizá no, esta vez)
No soy eterno, no que yo sepa, aunque hace tiempo que no me veo en un espejo. Siempre quedo dormido antes. Tampoco soy un asesino, pero ya no veo otra opción, esta vez he tenido suerte.
Porque llevo algunos siglos dentro de un sarcófago, y apenas me da tiempo a golpear la tapa unas cuantas veces antes de que la coherencia de mi pensamiento me arrastre al sueño, que despierta la locura de mi compañera, quien muere para que yo renazca.
El cambio, esta vez, consiste en que ella duerme a mi lado, lo sé porque la siento. Y esto no había pasado desde hacía siglos o quizá minutos. Noto su respiración y sólo puede ser ella, dentro del mausoleo de la familia. Mi esposa y yo, arrastrados por fin juntos, malditos.
Si la recuerdo bien, ella no entenderá el mecanismo, ni creo que pudiera hacer lo que yo pienso hacer para liberarme. Pobre Bella, pero es por nuestro bien. De otra forma es imposible, no tengo otra manera, si pudiera comunicarme.
Siento que me vence el sueño, debo dar un último golpe al sarcófago.

- Grito de terror -
Enterrada. Él está aquí. Verlaco. El último nombre que dirán mis labios. Puede que ya no tenga labios. Olvidé como hablar. Yo nunca entendí la magia. Una vez le oí decir que una maldición era como una enfermedad que se hacía más grave mientras las condiciones no cambien ¿A qué se referían las "condiciones"? Sólo puede tratarse de esto. De las condiciones que se dieron antes de que cayéramos en el sueño. No he podido estar despierta desde entonces quizá ni cinco minutos. Y él se va a ver obligado a... te perdono. Te quiero. Siempre te querré.

Gurok entró en la cabaña del guardia, con la espada desenvainada y la mirada enrojecida por la ira:
- ¿Dónde está?
- ¿Q... quién? - Respondió el guardia del cementerio, quien, candelabro en mano, se diponía en aquel momento a irse a dormir.
- La mujer. La mujer que enterrásteis hoy.
- Nos llegó de Esfiria esta misma mañana, la pusimos en el mausoleo de su familia, tal y como habría sido su deseo.
- ¿Dónde está el mausoleo, imbécil?
- Tiene... tiene, por favor envaine la espada. Muy bien. Está subiendo por este camino el último a la izquierda.
Gurok volvió a desenvainar la espada, clavándola en el pecho del sorprendido guardia en un rápido movimiento. Tras retirar la ensangrentada hoja del cuerpo, se fue corriendo hacia la dirección indicada.

Un último golpe. Parece que cede. Ahora debo levantarme. Apenas tengo fuerzas, mis músculos no me responden, si pudiera hacer un pequeño hechizo, pero ello requeriría concentrarme y la concentración me devolvería al sueño. Intentaré arrastrarme fuera de aquí como pueda. Todavía tengo que, mi mente, demasiado pensamiento pero, al menos, ahí está, la veo...

A través de un cristal, mi esposo. No sientas remordimientos. Sólo haz lo que debas.

Algo golpea la puerta del mausoleo.

Otra vez.

La dejaron aquí, su ataúd lo cierra una tapa de cristal. Bendito cristal.

La puerta cede. Gurok golpea con su espada una última vez, maldiciendo al imbécil al que dejó a cargo de la vigilancia y a las fiebres rojas que le impidieron seguir con su misión.

- Gurok.
- Verlaco.
- Voy a odiarte un poco más por esto, estúpido orco.
- Debería haber arrojado tu cadáver al mar.
- Pero entonces no habría funcionado. Se necesita que haya cierta distancia para que se cree la interacción ¿No es así?
- Así es.
- Puedes envainar la espada. Sabes que no servirá de gran cosa. Como no serviría contra ti, si estuviéramos en el caso contrario. Dime ¿Cuánto ha pasado?
- Tres meses.
- No mucho, tres meses, podrían haber sido años, todos los que hubiera tardado en morir Bella.
- ...
- Me has hecho matar a mi mujer. Me has obligado a partirle el cuello.
- Iba a morir de todas formas.
- Y has venido a impedirlo. La mandaron aquí, la daron por muerta, como a mí al parecer y nos enterraron a ambos en el mausoleo de la familia...
- Bernarnd.
- Bernarnd, correcto. Bernarnd, mi último nombre falso. Bueno, lo hecho, hecho está. Pero si estamos donde los Bernarnd, creo recordar que está cerca de Yossul, y esto no es paso franco para los orcos.
- Ya lo es.
- Bien, Gurok. Ahora déjame sólo con ella. Tú y yo nos veremos las caras en otro momento. Y no te mataré, pero te aseguro que te va a doler.
El orco miró con desprecio a Verlaco, envainó la espada y se retiró por donde había venido. Aunque lo vio físicamente débil, no quiso arriesgarse a que le quedara suficiente energía para lanzar un hechizo, después del cuál sería él quien necesitara recomponerse.
Lo mejor sería volver a intentarlo otro día.