Rápido reloj
Así trabajamos evitando desplazarnos, queremos no mover nuestra visión con nosotros y, prematuramente hechos semilla dormimos entre los pliegues naranjas de la tierra cocida.
Como si la mañana no nos esperara, podemos esconder un poco la risa, diseñar largas curvas que vuelvan y cierren los círculos, la sensación de querer empalmar el nacimiento con la muerte se hace más aguda cuanto más cerca nos encontramos de los extremos.
Así nace, en la primera edad de la mente, el romanticismo y el amor eterno, y en la vejez triste nos crecen brazos hacia el pasado y uñas negras contra la marea del futuro.
Me encuentro circulado de especímenes diversos, de traidores de mi ley enunciada, de hombres aferrados a su niñez, como yo mismo, y de inventores de la catapulta que acaban estrellándose, tarde o temprano contra los muros de sus propias limitaciones.
Por eso escribir tiene que hacer daño, porque la metáfora mata al tiempo, y el tiempo es la base en nuestra actitud.