Wednesday, March 18, 2020

El bicho y los idiotas

Si todo pequeño problema inventado debería quedar deshilachado ante la magnitud de lo que está y, sobre todo, de lo que viene, todo anormal debería quedar también con la cara al descubierto, señalado, humillado, derrotado y privado del derecho a formalizar su estupidez en memes, textos y opiniones sin mascarilla.
Al menos hasta que la verdad salga a flote.
Lo que tenemos hoy es una realidad apenas vislumbrada entre el humo del ruido de fondo. Los mismos que se golpeaban el pecho, los que negaban, son los que hoy señalan, se indignan y pegan en su muro de Facebook, como un niño jugando con sus heces, el consejo que mejor se adapte a su personal disonancia cognitiva.
Si llegamos a un mañana, habrá que hacer algo para lo que el español nunca ha estado particularmente capacitado. Se tendrá que tirar del hilo. Que sepamos lo que sabían y en el momento en que supieron los que tomaron decisiones. Los que omitieron su deber. Los imbéciles de la vara de mando.
Ni el aplauso inaudible por los aplaudidos, ni las historias de esperanza que se leen mal entre faltas de ortografía y emoticonos significantes vacíos de significado, ni el golpear las paredes, ni el escupir a la policía, ni el añorar el bar del primo servirán para la fatal crisis económica que sucederá a la crisis social que vendrá después de toda la muerte.
Habrá que sentarse, equiparse de una buena lupa y, lejos del prejuicio, examinar el papel que tuvo cada héroe y cada villano en esta historia. Reconocer a los unos, ser extremadamente punitivo con los otros.
Mi impresión en este momento es que deberían arrancarse todos los galones de la aristocracia tóxica que repta por el Congreso, especialmente el de las dos ratas rabiosas que protagonizan la coalición de la estupidez, de la incompetencia, de la falta de anticipación.
Si el virus se hubiera extendido como lo hace y lo seguirá haciendo pero después de cerrar fronteras ante los que todos deducían que estaba sucediendo en China, a la que ahora se eleva como país que actuó con responsabilidad aunque al principio llegaban vídeos de desapariciones misteriosas de disidentes y silencios ante las preguntas de la población que subrayaban las oscuras formas de un gobierno totalitario ¿Qué reproche cabría hacer? La naturaleza puede quitar lo que da.
Pero hubo lugares donde no se hizo nada, lugares donde se actuó en unos tiempos o en otros y países, como el nuestro, en los que se escupió gasolina a la llama. Estos muertos son tuyos también, amigo Pedro. Felicidades por dejar a la corrupción política convertida en un problema menor.
Habrá quien diga con razón que nunca sabremos si otro Gobierno lo habría hecho mejor. No sé porqué piensan que la inutilidad real puede quedar justificada en la potencial.

Que los que queden en pie no olviden lo que pasó y que se obsesionen con poner a cada cual en su sitio. Si no salvamos la vida, al menos tengamos justicia.

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