Wednesday, September 15, 2010

Cuando escampe

Cuando escampe
y el viento llegue para secar
los maleteros de los coches.
Y las farolas vuelvan a encenderse
a horas tardías.

Dejarás de tiritar entre mis brazos
y la luz reflejada en los cristales
de mis gafas esconderá mis ojos.
Otra vez
parecerá que no te observo.

Desde entonces
esperaré la noche.
Nuestra historia
suspendida en el vaho menguante.

Mientras se seca
el último dibujo de tu dedo,
el miedo llegará junto a la alergia.
Las palabras se harán cortas y pequeñas.

El día que te sorprenda
bebiéndote la luz de la ventana,
muriendo con el cielo que te abraza,
será mi último día y quedaremos
escondidos en la diferencia,
orbitando alrededor de lo inalcanzable

solos.

Monday, September 06, 2010

La última aventura del Capitán Vacío

El Capitán Vacío pegó un saltito hasta el siguiente asteroide, y allí se sentó a meditar:
- Hoy estoy un poco ópera prima, me veo así como contaminado. Aquel último planeta no era sano del todo. Demasiados aguijones saliendo de los muros. Y yo ya tengo cincuenta, a lo mejor debería ir pensando en pasarle el agujero a otro.
En estas líneas se hallaba cuando un fogonazo distante atrajo su atención. A toda velocidad, en rumbo de colisión se aproximaba un hombre en pijama.
- Es el missil más raro que he visto en mi vida - pensó el héroe y echó a volar hacia aquella dirección.
Si consigo ponerme detrás, lo frenaré hasta ver qué es. - Pensó antes de colocarse tras la estela. Luego hizo succión con el pecho hasta que empezó a detenerse.
Sus ojos no le habían engañado, se trataba de un hombre en pijama, que parecía estar vivo a pesar de la velocidad con la que había sido disparado y la falta de atmósfera.
Con él a cuestas, volvió al satélite desde el que lo había visto todo y, sentado sobre una roca azul preguntó:
- ¿Quién eres? ¿De dónde vienes?
El interpelado no respondió inmediatamente, parecía fascinado por el espectáculo del cielo infinito. Al final, dijo:
- Soy Carlos, y vengo de Zaragoza.
- ¿España?
- Sí. - Respondió Carlos distraídamente.
- ¿Y cómo has llegado hasta aquí?
- Ni idea. Bueno, yo estaba soñando... es obvio, llevo puesto el pijama.
- Topitos.
- Hubiera sido peor si fuese Verano. Me habrías tenido que interceptar estando en pelotas.
El Capitán Vacío asintió con su silencio.
- ¿Y tú quién eres? ¿Uno de esos superhéroes que están tan de moda?
- No sé si estoy muy de moda, soy el Capitán Vacío.
- No me suena.
- El Gobierno me contrató hace unos años para vigilar el tema de los meteoritos. Tengo el poder de atraer la materia a voluntad, lo que no era tan práctico ahí abajo como aquí arriba. Además, me gusta la soledad.
- Ya veo.
- Es un agujero que tengo en el pecho. Bueno también lo puedo abrir en el estómago, con el tiempo se ha hecho un poco más grande por el tema de la flaccidez.
- ¿Y no te aburres?
- A veces. Acabo de darme cuenta de una cosa.
- ¿Sí?
- Aquí no hay oxígeno. Yo no lo necesito, es parte de mis poderes, pero ¿Cómo es que tú tampoco?
- Ni idea. Te digo que soy de los que respiran. Hace unos cuatro años me metí demasiado profundo en la playa de la Caleta y por poco no lo cuento. Tuvieron que ir los vigilantes de la playa, y todo, precisamente porque me ahogaba. Un número.
- Todo esto es muy raro.
- Dijo el tipo del agujero negro en el pecho. La verdad es que aquí no se está tan mal, pero ¿De dónde sacas la comida?
- Me la mandan con cohetes, periódicamente.
- Todo lo tienes bien organizado.
- Sí.
- Por cierto ¿Cómo bajo?
- Pues eso estaba yo pensando, el caso es que podría intentar bajarte yo.
- ¿Cómo?
- Con el agujero. Si intentara absorber una masa muy superior a la mía, como la tierra. En lugar de atraer a ésta hacia mí, yo sería atraída hacia ella. Así es como vuelo.
- Eso suena a que me voy a marear. Además ¿Cómo evitamos la morrada?
- Una vez que estemos cayendo por acción de la gravedad terrestre, me fijo en la luna y abro un poco el agujero, una atracción compensa a otra y vamos bajando lentamente.
- Bueno, pues nada, hagámoslo.
- Sólo deja que haga mis estiramientos... ya tengo una edad.
- Oquei, yo echaré un último vistazo. Se ve bonita la tierra desde aquí.
- Sí. Venga, ya estoy listo. Súbete a mis hombros.

Y así, los dos hombres empezaron su viaje. Rompiendo la atracción gravitatoria de un satélite a la deriva, creando un surco en el espacio, entrando al fin en la atmósfera del planeta:
- Ésta es la parte crítica, aquí es donde tengo que calcular para frenar lo suficiente.
Contra el aire que arañaba a su alrededor, el Capitán Vacío se volvió sobre sí mismo y miró la luna. Pero entonces sucedió, que no fue capaz de abrir el pecho.
Seguían cayendo a tal velocidad, que Carlos empezó a gritar:
- ¡Ábrete! ¡Ábrete, maldita sea!
El Capitán seguía mirando, cayendo. No estaba distraído, era algo más. Estaba hipnotizado por la luna.
Como pudo, Carlos rodeó el cuerpo del Superhéroe y empezó a arañarle la barriga.
- ¿Cómo coño se abre esta cosa?
Pero ellos seguían cayendo.
Con el rostro iluminado por una farola, destrozados por el impacto, los cuerpos de dos hombres muertos en una calle sin nombre.

Al día siguiente, Carlos volvió al trabajo. Claro que entonces ya estaba partido por la mitad, y era sólo un torso flotante, con un agujero luminoso haciendo de boca.
En la oficina, todos le preguntaron:
- ¿Qué ha sido de tus piernas?
- ¿Qué ha sido de tu cabeza?
- ¿Qué ha sido de tus hombros?
- Pues no sé muy bien - Respondía el agujero - Porque yo siempre he tenido el cuerpo completo.
Hasta que uno le dijo:
- Mira que eres raro. Las cosas que te pasan.
A lo que Carlos respondió, airado:
- Pues anda que tú, que siempre te olvidas de la clave del correo electrónico...

Wednesday, September 01, 2010

Novelas de amor\Neurosis

White Teeth estuvo bien, The Remains of the day tampoco fue fantástico. Possession me ha aburrido hasta el extremo de preferir The English Patient, que tampoco me gustó.
Los cuatro son técnicamente buenos, pero no mueven, no rompen, no duelen. No llegarán a clásicos, a pesar de los premios que suman.
Puede que sea que el género tampoco me divierte, si no va mezclado. La novela pura, si es que existe tal cosa, es limitada porque es ficción plausible. Como lleva años pasándome con las películas, sólo las muy malas o las obras insuperables y antiguas me llaman. Mi madre me suele decir, basándose en mis preferencias, que soy un viejo. Tal vez lo sea, pero si no hubiera sido por obligación, sólo habría terminado de leer los dos primeros títulos.
Al nerviosismo y el mal karma de tener que mentirles a los profesores sobre mis gustos literarios se añade mi neurosis reincidente y el odio mal disimulado contra mi jefe y su agnosia auditiva.
Un mes después de prestarle un compendio ligero de citas de Schopenhauer, me encuentro el libro doblado por las tapas, sumergido entre un montón de papeles salpicados de cifras, objetivos, imbecilidades. No soy precisamente un maniático del orden, pero hasta los párvulos saben que las cosas que a uno le prestan hay que cuidarlas. Quizá el sujeto llegara a cincuentón hiperactivo sin pasar por las etapas previas. Uno tiene la impresión de que trata con una persona que ha resuelto su entendimiento del mundo con cuatro fórmulas inflexibles, lo que no me parecería tan mal si su sistema de pensamiento fuera consistente y no mal adaptante y contradictorio.
También debe de haberme tocado un poco la depresión post-vacacional y el valle del círculo de la vanidad, contra las violaciones imaginadas de mi espacio. El miedo a ser devorado es menos típico que el terror de la grieta en la cueva. Vivir dentro de uno mismo sería lo perfecto, pero hay miedo de expresarlo por aquello del vientre materno y el signo de la inseguridad. Porque Freud hizo mucho bien y mucho mal, como sucede con cualquier recurso que se explota.
Añado también que me tengo que obligar a seguir con los capítulos de aquello, porque he diseñado un final que me gusta, y porque necesito explorar mis ideas para sacar conclusiones. Una habitación cerrada rodeada por un ambiente tóxico. Hablamos de mi casa en Andalucía, tasa de analfabetismo récord en España. Orgullosos de Radiolé, de Juan Ymedio, de Chaves\Arenas. Me puede chupar la polla el folk - lore (Pffffff). Hablamos del Instituto que conlindaba con la vaquería, y de las frentes combadas por el vacío.
Hoy estaba paseando con Possession y, cruzando por un paso de cebra, un camión conducido por un simio hizo amago de atropellarme. De la cabina salió una retahila de palabras entre las que se incluyeron "Leer" "Oficina" "Mierda". Al mono no le parecía bien que yo leyese, es lo que pude colegir. Seguro que a él le gustaba Radiolé, y Juan Ymedio, y eso. Son momentos en los que te olvidas de que el alma se cultiva sobre bases similares, que la inteligencia se hace, que Cultura es todo.
Y sólo piensas en lo mal aprovechada que está esta tierra, saturada de gente inmunda. ¿Torres de marfil? ¿Club Diógenes como en Sherlock Holmes? ¿Logia masónica que no deja entrar a los gallegos nacionalcatólicos? Más quisiera yo tener donde refugiarme, fuera de mi casa. Lo más parecido al santuario es el bar, pero allí hablamos más bien de ordenadores y de perversiones sexuales. No basta.

P.D: Me apetece muchísimo mantener correspondencia a la antigua con algún espíritu afín. Preferiblemente, sin revelar más datos de los necesarios para que las epístolas lleguen a su destinatario. Cartearme con un desconocido y procurar llegar a una falsa intimidad, mezcla de asunciones e imaginación. Si alguien tropieza con esta entrada y quiere participar (Mis amigos están excluidos, porque ya los conozco) que me deje un comentario y yo prometo no meterle publicidad en los sobres.