Wednesday, April 28, 2010

Busco huir

- Hola.
- Hey.
- Busco amor.
- Pues lo has encontrado, reina.
- Busco un compañero.
- Mírame, si casi vamos vestidos igual.
- Busco un amante.
- Por si lo demás falla - dice sacando un enorme consolador.
- Busco a alguien que se preocupe por mí.
- Tendrías que ir al médico, no me gusta la pinta de ese lunar.
- Busco alguien que me comprenda.
- Yo sí que te entiendo. No, en serio. No, de verdad.
- Busco a alguien sincero.
- Estás un poco gorda.
- Busco a alguien distinto.
- ¿Distinto?
- Distinto a ti.
- Y tú.
- ¿Qué?
- ¿Y tú qué ofreces a cambio?
- ¿Yo?
- Sí.
- Yo te ofrezco mis necesidades.

Sunday, April 25, 2010

Overexcitement

Qué fácil es parecer fuerte, cuando uno no arriesga nada - Meditaba en silencio. Alzó la vista hacia la escalera roja por el óxido, empezó a subirla. Parezco un niño, me tiemblan las piernas, y eso que sé a lo que voy. No es como la última vez.
Porque el mundo ha cambiado, pero no tanto. Y si hay algo que traspasa las épocas, es la intolerancia. Varían los rostros, el sentimiento es el mismo. - Así pensando venció el primer tramo de la escalera, que emitía un gemido por el peso.
Si alguno de mis amigos se enterara de a qué voy, si llegaran a conocerme... no sería tan cínico, quizá, si pudiera dar una versión sencilla y coherente, o si no me hubiera esforzado tanto en parecer lo contrario, en fingirme opuesto a mi propia naturaleza.
Hace una pausa, está cansado. Se ha atrevido demasiado tarde, la edad no es la apropiada aunque el espíritu le empuja. Se endereza y sigue subiendo.
- ¿Por qué tengo que justificarme?
Su cuerpo oscila pesadamente en cada paso que le acerca a la habitación ocre.
Hasta las ideas que hoy consideramos indiscutibles tuvieron que abrirse paso, desde el cristianismo a los Derechos de la mujer, desde el canibalismo a Internet.
Pensando, ha llegado el momento. Le falta un escalón, está frente a la puerta.
Un dolor agudo en el pecho interrumpe sus pensamientos.
- ¡Aquí no!, ¡Aquí no pueden encontrarme! Se harán preguntas, se harán...
Su cuerpo cae por las escaleras. El ruido hace que alguien, desde la habitación ocre, abra tímidamente la puerta. Unos ojos contemplan el cuerpo del hombre, desparramado en el primer descansillo. Muriéndose.
La puerta se cierra en silencio.

Wednesday, April 21, 2010

Pequeñas y dispersas banalidades

Acaba de remitir la faringitis, lo voy a celebrar fumándome un camel en la terraza, maullando a solas con mi gato. En un rato vuelvo y escribo la entrada.

Han sido tres cigarritos, por cortesía del amigo Casado que se dejó un paquete casi intacto en mi coche, en aquella infausta madrugada que tanto bien le ha hecho a mi factura de teléfono. Iba a aprovechar la pausa para reflexionar un poco y ver si llegaba la inspiración, pero nada. Mi gata ha estado jugando todo el tiempo con una pelota que se le cayó al vecino de arriba en mi terraza hace unos meses. Y yo he estado vigilando los pinos de la zona verde que hay cerca, donde dicen que a lo mejor va un Juzgado en unos años. No creo que eso vaya a revalorizar la casa, pero a saber dónde estoy cuando empiece a construirse. Lo mismo estoy casado, que muerto, que me entrevistan por salir con Belén Esteban. Los pinos no han hecho nada inesperado, por cierto. Se movían porque sopla un suave viento. Había un tipo paseando al perro. El problema de pasear al perro por ahí es que a estas horas no se ve un carajo y está lleno el bosquecillo de coches mal aparcados, llenos de postadolescentes concupiscibles y efervescidos, dedicados al vil folleteo.
En el Instituto del que sobreviví había un grupo que se dedicaba a jugarse las pelotas dando sorpresas a las parejitas con una linterna. Teniendo en cuenta que en aquella edad ya estábamos todos con la fiebre subida, era un acto de envidia y resentimiento: El humor era una cáscara.
¿Estaba Santi con ellos? Me parece que no. A mí Santi siempre me fascinó, porque llevaba gafas pero era idiota. Le gustaba el fútbol, como al 90% de los niños que conocía, y creo que por eso empecé a salir con las niñas, que me llevaban a Zara, pero ya no era fútbol. Y eso no me hizo ligar más (Al contrario), pero tampoco me volví gay (Muy al contrario, también) La piel de las mujeres huele... bien. No me gustan los perfumes, ni en general los olores fuertes. Las dulces, tormentosas, laberínticas, mefistofélicas, santas y cabronas mujeres... Soy un fan de las buenas y aún más de las malas, lo dice mi página de facebook, a la que no me atrevo a mentir.
- Toc, toc.
- ¿Síii?
- Somos la policía de Facebook.
- Oh, no.
- Sí, ya sabe porqué venimos.
- Pero no quería felicitar aquel cumpleaños...
Malditas redes sociales, también. La primera vez que me pidieron que me metiera estuve diez minutos y luego anulé el perfil. Hace casi un año que lo reactivé y ahí sigue creciendo mi muro, y mis contactos. Hasta he hecho un grupo de fans míos, con unos veinte miembros que se dedican a insultarme. Una delicia.
Tenía el proyecto de escribir un relato erótico antes de enlodazarme otro año más con exámenes, y creo que lo debo cumplir para ver qué reacciones causa. Lo que no sé es qué estilo usar. Yo he leído más de un relato de este género (Y puede que más de cien) Algunos de autores anónimos, otros editados por "La sonrisa vertical", y a Sade, que es punto y aparte. El último de los mencionados usaba metáforas inolvidables: "Profanar el templo", "Poner un huevo negro", "El don custodiado por Himeneo", eso más o menos. Y luego estaban las parrafadas, pseudofilosofía que intentaba justificar las cochinadas que se le ocurrían (Estamos lejos del Safe, sane & consensual, la cosa era ofrecer una base intelectual a la dialéctica del amo y el esclavo sin preocuparse por la Declaración de los Derechos Humanos, que vendría después)
Si escribo el relato al final, no compartirá los temas de Sade y, probablemente, tampoco aparecerán mis propias perversiones, pero el estilo... Tengo alguna figura preconstruida, tan horrible como las suyas: "Su vientre era liso, como una pared por la que ni Spiderman puede trepar", "Aquella selva estaba habitada. El amante, hombre práctico, acercó un vaso en el que escupir las liendres", "Aquellas dos tartas, coronadas por dos guindas, cubiertas con la crema del amor" Sade escribía como el culo, se le recuerda bien por sus temas (Oh, la moraleja de Justine, merece post aparte) y porque los surrealistas lo rescataron. Creo recordar que Bréton criticó a Dalí. A mí me gusta lo poco que conozco de ambos, aunque la pintura no es lo mío y hace años que no visito "El amor loco".

Vuelvo a la terraza, esta vez no voy a fumar. Aute, "La locura que todo lo cura", que no es un tema profundo, pero tiene su gracia.

Ha sido "Slowly", que era más fácil de encontrar, y luego venían unas cuantas más de otros discos, incluyendo algunas que no conocía ("...que nos une en este rito, de agujeros y cipreses" Genio.) y versiones en directo.

Mañana me tengo que levantar temprano para que me den el alta, y volver a ser un miembro productivo de la Sociedad y pagar impuestos para que todo el mundo tenga asistencia sanitaria, aunque yo me vaya a la privada cada vez que tengo gases. No quiero imaginar lo que es compartir habitación cuando uno está enfermo, y sé que es lo que le pasa a la mayoría de la gente. Para mí sería como estar dos veces enfermo. Y si el tipo encima es de los que hablan, y de los que pretenden que le escuches ¿Cuánto tardaría en quejarse a sus familiares de lo arisco que soy? Pero no es verdad, soy amable. No amable en grado absoluto, pero sí relativamente amable. Relativamente, porque es en relación a como me siento.
Los considerados amables, normalmente no albergan pensamientos como los míos. No te dicen lo interesante que les parece tu conversación si les molesta tanto como que les estuvieras faltando el respeto o atacando de alguna otra manera. El torrente de información innecesaria de la que los demás me hacen confidente es una ofensa para mí y yo sólo les pido que respeten mi soledad, haciendo desde el principio un ejercicio de hipocresía.
Si me abriera absolutamente ¿Qué les diría? Sería algo así: - Señor, sus estupideces me hacen perder el tiempo, envejezco con el vacío de sus palabras. No quiero saber nada de usted, no siento empatía. Usted no es mi amigo, le adelanto que jamás podrá serlo. Tampoco puede volar, ni parar el tiempo. Mi amistad no es tan importante, pero parece que la valora más que estos dones maravillosos. No me salpique con sus ideas. Antes de que usted pensara lo que piensa, otros lo dijeron con más gracia, con más inteligencia, con menos y mejores palabras, en algunos casos sin pretender que alguien les escuchara. Una conversación no mata la soledad: Usted está solo porque se siente solo, pero su soledad es falsa en dos sentidos. Usted no está menos solo porque hablemos, las palabras no le acompañan, la interacción social es de peor calidad y aporta mucho menos que un mal libro y, segundo, usted no es usted, sino millones de células que nacen y mueren constantemente, y que se hacen compañía en simbiosis si es que usted no está aquí por tener un cáncer o un trastorno de los que hacen que el sistema inmunitario confunda sus objetivos.
Y si usted no aspira a la soledad imposible, yo sí. Pero esto último sería mentira, porque este ejército de células busca verse acompañado por células afines. Y lo que yo entiendo por afinidad cambia todos los días. No tengo derecho a ser un gruñón, pero doy gracias por poder estar sólo cuando estoy enfermo.
Bien, hoy no escribo nada brillante, ni trascendente, ni ficticio. Hoy me voy a la cama sin haber llegado a ninguna parte, pero con el consuelo de que tampoco lo he intentado. Hasta mañana.

Sunday, April 11, 2010

Cornucopia multicolor

Joder que me hubiera gustado que terminara como en las malas comedias musicales: Con el bueno y la buena cogidos de la mano y cantando sobre la felicidad eterna. Pero resultó que la buena no tenía nada de buena y el bueno estaba pasado de moda y se equivocó creyéndose guay. Esta no es la primera vez que, traicionando el título del blog, la Realidad hace una entrada que se agradece, y tampoco es la más dolorosa (Véase Septiembre de 2.005, cuando ni siquiera podía respetar una elemental sintaxis)
Cuando los dos pesados probóscides que mi frente hoy adornan pesen menos, o sea, cuando los cuernos se aligeren, me servirá de sustrato para más de un personaje negativo. Ahora lo cierto es que vivo una sensación extraña porque, fuera del comic motif, esto, señores, duele. Y no es consuelo el "Que te quiten lo bailao" porque bailé poco y mal, y porque me salió cara la broma, de tan rápido que me colgué a una nube ligera, mea culpa en el fondo.
Así que, partiendo de que nada va a funcionar perfectamente como alivio, sabiendo que no soy el primer astado de la Historia y en homenaje a tantos otros ciervos que beben de estanques contaminados, el cuerpo me llama a un resentimiento infantil, que no queda muy fino, pero por hoy vale: Zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra.
Ahí queda eso.

Sunday, April 04, 2010

Contra la mujer del matamoscas

El intrépido programa dio sus primeros pasos, resaltado sobre la pantalla, deslizándose hacia la alfombrilla, cayendo torpemente al regazo de su creador. La ventana doblada, primero probó a arrastrarse, tiñendo de azul el pantalón del hombre que lo miraba con asombro. Cuando consiguió enderezarse un poco, mostró un botón rojo en el centro, como un ojo ciego. Saludó con las letras resaltadas y dijo "Hello, world".
Alguien lo miraba desde otra perspectiva: Era una aberración de la naturaleza, un fenomeno imposible de luz e información; la señora con rulos desenvainó un matamoscas, y antes de que el padre de la criatura pudiera intervenir o impedir con su mano el asesinato, éste ya había sido consumado. La pernera si tiñó de código y los condicionales se confundieron. Nadie hubiera esperado lo que sucedió a continuación, pues de las fórmulas mezcladas surgió una criatura distinta. Es sabido que mezclar matemáticas puede tener consecuencias nefastas, sobre todo para los espectadores del suceso: El programa se enrabietó, se rebeló y se convirtió en un virus que aspiró la señora. Convertida en datos aquella, una rápida lepra la afectó, deshilachando su información, haciendo caer sus variables al suelo, donde podían ser presa de ratas vagabundas o cucarachas hambrientas. Y algo peor: Aquel rostro se retorció, se desvaneció, se convirtió en una "D" gigantesca. Como si fuera una aguja, un hilo transparente atravesó su cabeza y aquella mujer de matamoscas y bata y rulos murió engarzada contra el vientre de un buda sin ojos.