Saturday, September 23, 2006

0: Escúchame mal

La virgen María
ta yorando zangre
niño pázame el clinex
pa que la lave.

La virgen María
ta cagando verde
porque zomos pecaores
y mala jente.

Ay, Virgen María, zi yo pudiera
cantarte una copliya por petenera
cantarte una copliya por petenera.

La Virgen María
ze fuma un porro
y ze va a la manifestacione
con zu gorro.

La virgen María
ta´n un arriate
y es la fló má bonita
del jardín de zu pae.

Ay, Virgen María, zi yo pudiera
cantarte una copliya por petenera
cantarte una copliya por petenera.

Monday, September 11, 2006

1

La piel debajo de la piel.
El cajón de la mesilla de noche lleno de paquetes de cigarrillos.
Se ofrece ego en buen estado, orgullo a mitad de precio.
Yo debía de estar vivo. Era una deducción simple. Tomaba té por las mañanas y tal cosa es imposible para los muertos.
Y cuando te quise olvidar no pude.
Recuerdo los pupitres destrozados por la tinta de nuestros rápidos bolígrafos. Los corazones irregulares defendiendo su espacio frente a caricaturas y chuletas.
Y seguir por la carretera, con un depósito que no se gastara nunca.
Ser más útil cada día, como el plástico y Microsoft.
Llevas siete u ocho años repetido.
Somos.

Tuesday, September 05, 2006

2

- Blanca magia, blanca magia, pruebe el pepino luminoso, cura el cáncer, blanquea los dientes, proporciona al hombre y a la mujer espectaculares orgasmos - Gritaba el jipi dudoso, entre la muchedumbre de malvestidos.
Y yo me dirigía a otro stand:
-Dime la fecha en que naciste, la fecha en que nacieron tus padres y la fecha en que nació tu mejor amigo - Me pidió una cuarentona vestida con túnica gris y dedos huesudos desde detrás de la mesa.
- ¿Y qué harás con esos números?
- Robarte la tarjeta de crédito y ver si alguno de ellos es tu número PIN.
- ¿Qué?
- Nada, quiero decir, adivinarte el futuro mediante la cábala.
No me entretuve más y seguí mi camino a través de pasillos repletos de masajistas, espiritistas, demonólogos, grasientos portavoces de la revolución sexual, psicólogos de salón y carta marcada, tarotistas del último día y ecologistas agoreros y presuntuosos.
Y al final llegué al único lugar que me interesó de aquella ridícula feria, montada en la explanada de detrás del colegio, con forma de carpa de color marrón desvaído y de entrada libre.
Apoyada en un mostrador de madera blanca una mujer de unos treinta años decía poder leer el alma como si de un panfleto de turismo residencial se tratara y extraer de ello información sobre el carácter de la persona que le preguntara.
Sin duda, lo que más me atrajo de aquella estupidez fue el precio, pues era la única de todos aquellos desapegados y espirituales individuos que no cobraba por sus servicios.
Tuve que esperar un poco antes de que fuera mi turno, delante mía a un tipo le dijo que tenía el alma de color verde, un carácter un poco irascible y dificultades para expresar sus sentimientos, a lo que el tipo respondió, tras recibir la información, con un golpe de puño en la mesa y tartamudeando unas palabras que no entendí.
Después de él, a una chica le dijo que tenía el alma de color amarillo, muy amarillo, amarillísimo. Que dejara la bebida, en resumidas cuentas.
Y, al fin, me tocó a mí.
La mujer se puso muy seria, me miró a los ojos. Yo miré a los suyos. Comprobé que tenía, como mínimo, dos. Abrió la boca. La volvió a cerrar. La imité para que no se sintiera ridícula. Y tras esto, deteniéndose lentamente en cada palabra me dijo:
- Tú no tienes alma.
Entendí que aquella mujer era cojonuda en su trabajo, y que podía oler a un cínico a kilómetros. Entonces, para que supiera que reconocía su talento, y como nuestras miradas todavía se sostenían la una a la otra, me rasqué la axila con la media sonrisa puesta. Y me largué antes de que le diera por explicarse.

3

Tanto hablar de la segunda persona ¿no te parece excesivo? En este pequeño club de muertos, dividiendo el horizonte en parcelas con grandes expectativas de revalorización. Mientras tú escribes sobre la extinción del pinsapo, arengando a las masas que no te leen o no te comprenderían.
Entiendo, y no me mires con esa cara, lo que significa ser una mujer de principios, yo soy una puta con glamour. Estamos en las mismas, todo es igual, nada se diferencia de nada. Y no es que use el cinismo como excusa, es que si vivieras un poco en el mundo te enterarías. No existen empresarios con alma, y si los hubo se los comió el mercado.
Por otra parte, los dictadores tienen canciones favoritas, y las más entregadas almas adolecen de vicios insospechados. Generosos pero sádicos o déspotas enamorados, la pasta que los une es el vulgo. De ti y de mí, de los que nadie habla.
Ahora que puede que te enteres de que las clases medias, con sus inteligencias, sus ingresos y sus vidas meridianas, equilibradas, son la mayor ancla de tu progreso ¿Querrás unirte a aquellos que salen con pistolas por la noche? ¿Te fugarás con el pintor que le robó un beso a tu madre? ¿O serás iluminada?
Reina, abre las piernas al sol y que tu coño se convierta en un manantial del que beban otros. Acaricia la duda, sé imprevisible. Y nunca llores sobre la almohada, cuando creas que debes sentirte sucia. Harás mejor chupándote los dedos.

4

Debió pasar unos veinte días mi cuerpo flotando en el lago, inerme. Perdió alguna uña reblandecida y se tornó de un color verde nada saludable. Era mi cuerpo porque yo lo cuidé, porque lo recogí cuando nadie más lo quería, porque le hice el amor con ternura, porque sólo se me resistió fugazmente.
Cuando mi furgoneta blanca dejaba atrás el lago y lo que sostenían sus aguas, suspiré levemente y me arrepentí de no haber sido otro tipo de hombre en su momento. No podría haber imaginado entonces que la volvería a ver, sonriéndome, en casa y como siempre.
Pero allí la encontré a mi vuelta, sobre mi sillón de cuero, y no pude contener la emoción y le arranqué la ropa como en las primeras citas en el bosque. Y lloré de alegría mientras la besaba. Después de amarla, me quedé contemplándola un rato, antes de dormir, como me gustaba hacer antes del accidente que le partió en dos la cabeza. Y ella, que casi nunca hablaba, me dijo:
- ¿Qué crees que te diría un psiquiatra si leyera estas cosas que escribes, chavalote?
Y arrugué el papel, cuyo contenido reconstruí más tarde de memoria.