Wednesday, November 23, 2016

A los ingenieros

Soy nuevo en la carrera, pero definitivamente no en la Universidad. En este momento del año y en contraste con lo que lleva sucediendo desde hace mucho tiempo, me hallo en una fase de expansión personal (Tengo que reconocer, punto de vanidad, que todavía me sorprendo al ver lo fuerte que tengo el instinto de supervivencia. No hay duda de que sería el primero en proponer comerse a los pasajeros muertos en el avión estrellado) y he hecho el enorme sacrificio de socializar. Lo he hecho dentro de un ámbito muy reducido, usando un canal que me ahorra tener que oír respiraciones y sin buscar que la cosa pase a mayores (Nada de filosofar, nada de fiestas de la galleta húmeda), pero he escrito y he leído mucho lo que mis colegas de mili piensan sobre la carrera y su aplicación a sus respectivos futuros profesionales.
Lo primero que quiero decir es que es obvio que los intereses intelectuales forjan al individuo. Hay diferencias evidentes entre los caracteres que muestran los estudiantes de letras respecto a los de ciencias (Ciencia como aproximación empírica a la Realidad y también como técnica científica). Y creo que los estudiantes de ciencias resultan mucho menos ambiciosos con relación al alcance de lo que estudian. Quizá sea porque el experto en literatura de género se ve obligado a ejercer la imposible tarea de defender la necesidad y el bien de algo que no tiene ni lo uno ni lo otro para ver si alguien le paga un sueldo por decir que todo está atravesado por penes.
Pues bien, ha sido el leer a mis compañeros lo que me ha llevado a ser consciente de una queja casi generalizada y muy justificada contra el bajo emolumento que perciben los que tanto se esfuerzan por llegar a ser ingenieros y aquellos que llegarán a serlo. Y esto con independencia de sus talentos y aplicación al trabajo.
No es en absoluto justo que haya unos sueldos tan paupérrimos en un sector que requiere profesionales con alta, compleja y dificultosa formación y unas aptitudes y una actitud que no abundan tanto en nuestro mercado laboral de telefuncionarios. Además se trata de una carrera con un porcentaje ridículamente pequeño de desempleo. Pero no se cobra bien y existe un intrusismo que a medio plazo puede resultar contraproducente para la empresa, pero que asumen como gasto preferible a contratar a alguien con formación universitaria.
Esto me obliga a hacerme la siguiente pregunta: ¿Por qué estos magníficos estudiantes apenas son capaces de imaginar alternativas? Es cierto que algunas ingenierías requieren unas inversiones bastante grandes para que los proyectos puedan llevarse a cabo, pero en la informática hay millones de cosas que se pueden hacer invirtiendo poco dinero. De hecho, son proyectos más intensivos en tiempo que en recursos materiales y con la popularización de los kits electrónicos, parece que el prototipado de lo que yo denomino "pijodomésticos" es posible también con mínima inversión, por lo que el campo de lo posible se amplía.
La solución de que intervenga el Estado para obligar a las empresas a contratar perfiles con una cierta cualificación y un mínimo nivel salarial es ingenua y contraproducente, pero lo que sí me sorprende es que no se emprenda mucho más. Y de sobra sé que se necesita una idea, pero me parece lo de menos, si tenemos en cuenta que puede consistir en copiar algo que ya exista o intentar optimizarlo por el lado de los costes, que es lo que te hace atractivo al mercado. No veo ese espíritu y mis compañeros deberían tenerlo. No plantearse hacer prácticas a continuación de la carrera para cobrar en un futuro un máximo de 800 euros al mes en un parque tecnológico de mala muerte, sino asociarse entre ellos y poner su esfuerzo y su conocimiento en intentar sacar adelante el próximo gran juego indie o el rascador de espaldas electrónico y dejar de llenar los bolsillos de tipos que sólo saben gritar y engañar al fisco y a sus trabajadores.