Sunday, August 19, 2012

¿Está todo por hacer?

Esta es una pequeña reseña sobre el libro de Pau García-Milà, que lleva por título el de este post (sin los signos de interrogación) y que ha sido publicitado en programas de TV de gran calibre intelectual, como el de Buenafuente.
El pequeño librito mezcla la reinvindicación de la esperanza con una serie de consejos sobre cómo llegar al éxito gracias a una buena idea o aceptar el fracaso cuando la suerte no acompaña, salpimentado todo ello con notas autobiográficas que aparecen sin orden aparente y buscan, en parte, servir como ejemplos y cimientos de lo que se expone.
¿Sirve entonces a su propósito? Como me temía antes de empezar a leerlo, no.
El autor ha sido el creador de un sistema operativo que funciona "en la nube". Básicamente y si he entendido bien permite que desde cualquier punto con acceso a Internet se pueda tratar la información que el usuario haya depositado en Internet, organizada y funcionando a través de las posibilidades que brinda el propio S.O.
Como idea me parece muy interesante y meritoria habida cuenta de que cuando comenzaron el proyecto, como le gusta decir a Pau, no había nada parecido y tuvieron que pasar dos años hasta que grandes compañías empezaran a trabajar en la misma línea que ellos habían comenzado a trazar. Hasta ahí bien, los que sabemos un poco de programación podemos admirarnos de la magnitud de lo que emprendieron y de la juventud de sus creadores, auténticos superdotados.
Desgraciadamente, las dotes que se requieren para ser un buen informático (O uno espectacular, como es el caso) no son las mismas que sirven al propósito de escribir un libro, ni siquiera uno con unos objetivos tan sencillos como éste: Animar a quienes ya están inclinados a escuchar cualquier voz que hable de esperanza.
Los libros de auto-ayuda nunca destacan por su calidad literaria y, desde luego, no esperaba encontrarme con ninguna obra maestra, pero no hubiera costado tanto, para empezar, hacer las cosas de una manera un poco más ordenada y, sobre todo, más completa.
Por ejemplo, el librito tiene un apartado sobre la obtención de financiación donde se hace una clasificación de las distintas posibles fuentes: Familiares y amigos, el Banco, inversores privados... sobre las ventajas e inconvenientes de cada uno da su opinión, que por supuesto tiene el valor que le demos a su éxito, pero luego no profundiza ni responde a las preguntas que se puede estar haciendo el lector: Dice que las instituciones ofrecen préstamos subvencionados. Bien, estupendo, me compré el libro porque yo también quiero ser emprendedor, así que ¿A dónde voy? ¿Qué documentación llevo? ¿Consejos para obtener financiación por encima de otros proyectos? Dices que el Banco ofrece préstamos a los emprendedores si tu proyecto es bueno, pero mi experiencia me dice que se suelen requerir avales ¿Qué Banco es el que da ayudas a los emprendedores? ¿Cuál fue tu experiencia? Dices que pediste un préstamo ¿Qué pusiste sobre la mesa para que te lo concedieran? Son preguntas que, o no se responden, o sólo parcialmente. Lo normal es encontrar a continuación un giro que te hable sobre cómo su madre les dió el nombre para el proyecto (Tampoco detalla la escena) o sobre cómo surgió EyeOS (El sistema operativo del que es co-autor) para responder a su necesidad de compartir archivos con un amigo que vivía más allá de una empinada cuesta.
En algún momento nos dice que le echaron de la Universidad. Bueno, eso es interesante, ¿Por qué te echaron? Nada, lo menciona y sigue adelante. En otra parte copia una lista de consejos que le dio un profesor, 10 máximas huecas que en su inespecificidad resultan tan simples como innecesarias. Y da muchos ánimos, prácticamente no hay página en la que no te diga un "Tú puedes" o un "No dejes que te desanimen". Puedo estar de acuerdo con eso (También hay quien no sabe calcular sus fuerzas e intenta morder más de lo que puede tragar, que eso no disuada a nadie) pero es que cuando se da un consejo viene bien basarlo en algo. Y en este caso, el "algo" que da base a todos los ánimos que se dan, es la experiencia de un joven emprendedor que tuvo la capacidad, la idea y la suerte de su lado y que puede hablar de sí mismo como ejemplo, pero no lo hace porque, cuando toca dar algún detalle, rápidamente cambia de tema y nos viene con otro "Tú puedes" de esos que hastíansi son repetidos hasta el aborrecimiento. Y así no se da esperanza, todo lo contrario, se da la imagen de que la esperanza está tan en la nube como su Sistema Operativo.
El libro hubiera sido mucho más rico si se hubiera olvidado de las generalidades, tuviese al principio un apartado sobre sí mismo y su historia (Sin contaminaciones, ni palmaditas al querido lector) y luego hubiera entrado en la materia en la que se le sabe experto: Me echaron de la Universidad, así que obtuve los conocimientos necesarios de aquí: (Enlace, libro, lo que sea). Y luego obtuve el dinero necesario de aquí, haciendo esto otro. Y luego fui a vender mi proyecto. Y entré en los siguientes foros y, por cierto, me gusta decir que bienvenidas las críticas pero he aquí una lista de todos los gilipollas que me dijeron que no lo iba a conseguir, que sepáis que me acuerdo de vosotros mientras cuento billetes.
Con este principio tampoco saldría un buen libro, pero sí por lo menos uno que no daría vergüenzita leer. Si lo más interesante de lo dicho es el epílogo que escribe Felipe González, es que debes revisar la calidad general del texto.
Va por varias ediciones. El título me parece muy bueno y muy desaprovechado. Seguro que a los que disfrutan leyendo humo les gusta, pero sigue sin hacer cumplir sus promesas. Hasta una bibliografía o una página que recogiera fuentes de información cumpliría mejor con su propósito. Así que no lo recomiendo ni lo compraría, por más que esté de acuerdo con lo que se dice, porque se explica tan mal que puede resultar contraproducente y hacer pensar a muchos que la esperanza se disuelve en vaguedades. Le deseo, no obstante, todo el éxito del mundo al autor (En lo suyo, que es la innovación tecnológica) o que, por lo menos, la próxima vez que quiera poner negro sobre blanco sus experiencias, se busque a alguien para que le organice el texto y le haga las preguntas cuya respuesta hubieran enriquecido este manual para emprendedores que no quieran conocer lo que se necesita en el mundo real para poner en marcha un nuevo negocio. No sé si está todo por hacer, pero este libro, desde luego, habría que rehacerlo.

Tuesday, August 14, 2012

7 años ya: Aristóteles cagaba.

Han pasado siete años desde aquella primera entrada y todavía me estoy preguntando las mismas cosas y dándole vueltas a las mismas ideas. Sin avanzar, más bien retrocediendo, vivir es el proceso de crear algo por lo que luego sentir nostalgia. Este blog nació después de un año trabajando más o menos. Celebramos que mi vida laboral ya está en ocho años. Celebramos que sigo escribiendo paridas y me celebro a mí mismo por haber molado tanto durante este tiempo. No se me ocurre mejor homenaje hacia este blog que seguir amándome como siempre he sabido hacerlo y hacer notar que de mi agenda se habrán caído más contactos que los que han entrado pero que los que quedan ya están curados de espanto.
A veces hago este ejercicio: Me olvido de que fui yo quien la hizo, escojo una entrada al azar y la leo. A ratos estrangularía al cabrito y no puedo decir que esté contento con la última dirección del blog que ha pasado de tener como tema la imaginación y las pajas a sólo las pajas. Hace falta leer. Ya nunca leo y si no le echas leña al fuego, acaba por apagarse.
Así que hay que leer para que el blog remonte y para que el próximo aniversario pueda señalar que tuve, al menos, un momento de brillantez. La vida mata al arte o algo así.
Voy al tema del título: Aristóteles cagaba. ¿Eran mojones rectos, duros, monolíticos? ¿Eran como cuando llenas una escopeta de mierda y la disparas contra una pared? ¿Eran mojones prototípicos, enrollados sobre sí mismos y de poca consistencia? Supongo que un poco de todo. Es posible (Probable) que parte del órganon saliera de un momento de reflexión mientras el culo taponaba el hoyo. La mente vuela alto mientras las heces caen a lo más bajo. Como un pilar de luz y desecho. Como un canal conectando lo escatológico en un sentido con lo escatológico en el otro.
Las buenas ideas vuelan con alas de mierda.
No ayuda tampoco que esté uno siempre opinando sobre los géneros. Clasificar es malo y casi parece que esté pidiendo perdón. Esto es de aquí y esto es de allá y no me arrimo a eso porque pertenece a la subclase... no soy tan viejo como para negarme tantas cosas. El 27 de Diciembre cumpliré 30 años. No, no soy tan viejo, pero tampoco tan joven. Ya puedo hacer el gamberro, quitarme el pasamontañas antes de que lleguen y el policía no sospechará de mí, por mis formas suaves y mi porte de señor respetable. Pero es que ya no hago el gamberro.
Algún conocido ha decidido que los 30 se celebran reproduciéndose. Es una vulgaridad dejarse llevar por las crisis vitales de esa manera. Antes de emprender la tarea de multiplicarme, prefiero escoger una personalidad definitivamente. Y todavía me quedan un par de cambios importantes ¿por qué lo sé?
Ayer estaba boca arriba sobre este sofá que sigue sin convencerme y que es peor que el que yo tenía en casa. Tiene unos cojines hechos de tela sobre los que deben de haber salivado humanos de diversa procedencia y es del color que yo no hubiera elegido. Tiene, sin embargo, la ventaja de que puedo ver a través de una ventana que queda a mi izquierda si me tumbo de un lado, y a mi derecha si hago lo contrario. Según busque ver la tele o no.
A través de la ventana vi unos árboles meciéndose. Dije la palabra "cambio". Nadie me escuchó. Ni falta que hacía, ya me escuché yo. Qué rara suena nuestra voz en las habitaciones vacías. Así que aquella misma noche subí al cuarto la Poética de Aristóteles y dejé de leerla por ver en el Iphone un vídeo de Phreakindee. Pero ya hubo un amago. Hubo otro amago cuando me quedé hace algún post a escuchar un concierto de música variada, diferente a la que suelo disfrutar. Este post no va, por tanto, sobre Aristóteles cagando, va sobre los amagos, porque algo araña la pared que tiene uno por dentro.
Con el tiempo se crea un lenguaje privado. Las reglas están aquí escritas, dispersas ¿Resultan mis entradas difíciles de entender? No lo hago a propósito. Estoy hablando mi idioma. En mi lengua se permite saltar de un tema a otro, según te vayan obligando a hacerlo los dedos. Hablo para poder entristecerme cuando me recuerde y, si el mundo es vano, da igual porque yo sé lo que digo y porqué lo hago y no hay nada vacío en la comunicación sobre todo cuando pelea contra el silencio de las propias células chocando entre sí.

Este post cierra el séptimo año. Lo hace de esta manera tan extraña porque es un purgante que va a arrastrar todo lo que quedaba por decir antes de volver a leer. Antes de recargarse. Toca probar otra cosa. A ver si el nuevo estilo me hace un escritor rico y famoso de una puñetera vez. A ver si dejo de ser yo. A ver si hay suerte.

Sunday, August 12, 2012

Desconcierto

En el momento de pensar es imposible distinguir entre la percepción y lo percibido. Ésta es la raíz del desconcierto. Intentamos conectar dos hechos y los forzamos a ir juntos, como dos piezas de puzzle que "casi encajan". Sólo hay que hacer un poco de fuerza, el resto ya lo tenías en la cabeza de todas formas. Así que encuentras y descartas factores sobre los que formar la idea, sin saber qué es lo que estás haciendo. Pensamos a través del pesimismo o de la esperanza, no se puede pensar simplemente. No existe pensamiento en el vacío,  no existe pensamiento aséptico ni libre de influencias sentimentales. Eso que llaman "darle vueltas a la cabeza" es como intentar salvar a la verdad tirándole piedras. Supongo que sigue siendo mejor que la duda. Donde hay duda inventamos para que deje de haberla.
Y cuando hay una comunidad estrecha entre dos personas, el efecto se multiplica. Expresas una idea impregnada de sentimiento y el sentimiento se puede contagiar. Puedes crear hechos sólo por esperártelos. Todo el problema que tienen los partidarios de teorías sobre el poder de la mente sobre el cuerpo es que encajan mal su sistema lógico. Lo hacen por encima, cuando deberían de ponerlo en medio, entre el corazón y la cabeza, siendo la mente un medio. Nada más.
Ellos suman el sentimiento a la inteligencia y le añaden unas manos que ni siquiera necesitan. Nos habríamos destruido hace tiempo si las tuvieran.
Los sentimientos pueden empujar a los pensamientos, pero no al revés. Por eso el dolor del corazón siempre parece que se expande, y todo lo demás va retrocediendo. Sentir demasiado puede llegar a comerse la personalidad de cualquiera, por fuerte que sea su constitución. La arrolla, la sobreescribe, la anula. Y se retroalimenta ese mecanismo por el que la que debería ser nuestra tabla de salvación se hunde en un mar embravecido.
Somos capaces de matar por habernos entendido mal y lo hacemos porque así lo quiere una parte de nosotros. Y llegar a ese lugar, foco de ideas mojadas por la lluvia, y limpiarlo es una necesidad para que dos palabras iguales no signifiquen algo distinto, para que haya tranquilidad y certeza. Para estar bien con quienes somos, con quienes son los demás y con lo que nos rodea.
Pero qué fácil es decirlo...