Monday, October 31, 2016

Sobre la reconstrucción del razonamiento y cómo la dimensión pragmática de la vida se superpone a su esencia trágica

Mi reflexión surge de un problema planteado sobre el cálculo de los distintos tipos de tiempo que tarda un procesador en atender, calcular y finalizar con las tareas que se le hayan asignado y de acuerdo con el orden en que hayan sido asignadas y de cómo, ante una definición no lo suficientemente completa de los instrumentos teóricos para su resolución, la única solución posible consiste en la recreación del proceso racional que los constituyó sin más orientación que la de la necesaria coherencia con otros conocimientos adquiridos previamente y de los cuales poseemos un mayor grado de confirmación.
El encadenamiento de los procesos necesarios para el mantenimiento de la vida en sus múltiples dimensiones a espaldas de la idealización del sentimiento y de cómo la tristeza queda subsumida en la supervivencia, como una gota de aceite en el Océano es ignorado ante la recreación de un topos que adelanta nuestra misma forma de descomponer y asimilar una realidad predigerida.
Lo que me lleva a un principio de manual del egoísmo o de la supervivencia, aunque ir hacia delante no es igual que dirigirse a alguna parte. El destino es una ilusión que favorece la delimitación y nos aparta de la idea de que la vida más que a un mar va a parar a un sumidero.
El fracaso del pensamiento clásico está en confundir sistemáticamente los medios con los fines. Las obras de supervivencia son mucho más valiosas que las grandes gestas, las alturas artísticas, la estatua que adorna la plaza. Todo es imperecedero a su manera, pero la existencia dura más que una catarsis casi todas las veces, lo que no debe llevar a dignificar lo que se considera medio, pues sería como degradarlo a fin en el sentido que tradicionalmente se ha dado a ambos conceptos.
Hay que llenar el horizonte de cuentos inacabados, porque tomado el tiempo como un todo, son algo más significativos en cuanto al espacio que ocupa su desarrollo tal y como sucede en el procesador que calcula, donde los pasos para el resultado son más importantes con frecuencia que la solución misma y ello aunque el trayecto carezca de "fuerza cultural". Verbigracia, todos los días que Machado se alimentó tres veces o que Lenin echó una cabezada cuentan más que sus poemas, sus ideas, su historia... Porque sus poemas, ideas, e historia no habrían sido posibles sin el sostenimiento continuado de sus vidas, tareas a las que seguramente prestaron menos atención pero que, sin duda, resultan mucho más importantes y nos acercan más a ellos que cualquier pensamiento común.
Y es por todo lo que he dicho, amigos míos, es porque sé que a pesar de mis palabras vosotros apreciáis más la dulzura de las formas estéticas o cómo el aguijón de las palabras eleva vuestros corazones que os pido comerme el último trozo de tortilla, y ello a pesar de que, como Margarita ha señalado insistentemente, he sido el que ha comido más y que Andrés ha carraspeado cada vez que acercaba la mano al plato. Pensad si queréis que con ello os eleváis mientras yo me degrado. Pero es que sigo con hambre. Mamones.