Friday, December 30, 2016

Torrealba

El cura extendió las manos, de la manga asomaba una braga, aclaró su garganta y comenzó:
- Y recordamos hoy a la pobre Claudia, hija de Doña Manoli y Don Francisco, que quedó hipnotizada por un vídeo de gatitos monos y ahora es incapaz de cerrar los ojos.
- Amén.
- Amén.
- Amén.
- ¡FAXISTA!
- Algo está asaltando la capilla.
- Sí, son las tetas menos apetecibles del mundo.
- ¡Don Pepe!
- Es verdad, o pequeñas o caídas ¡Pero ambas cosas...!
- Señorita, estamos en la casa del Señor - Intervino el buen pastor - Bueno, en una de ellas. De hecho no creo que si ésta fuera una de mis casas yo quisiera visitarla. Ni para el veraneo del Señor: El clima es un poco inhóspito, la gente es flatulenta y desagradable y aparte de los cuadros del primo del Alcalde, repartidos entre las paredes del pueblo, no se puede decir que haya oferta cultural...
- ¡FAXISTA EXPLOTADOR HETEROPATRIARCAL!
- ¡Iconoclasta de caderas estrechas! - Explotó Don Manuel el farmacéutico. - Ya te conozco yo a ti, eres la niña de Doña Rosa.
- Vamos a llevarnos bien. Dejemos que se exprese y mantengamos los comentarios sobre su amorfo cuerpo en privado.
- ¡FAXISTA!
- ¿Algo más?
- ¡NOSOTRAS PARIMOS, NOSOTRAS DECIDIMOS!
- Felicidades ¿Podemos seguir con el sermón? Vi el otro día "El despertar de la fuerza" y estoy deseando comentarla con los feligreses.
- Disculpe, padre, pero esto no puede quedar así - Interrumpió Don Manuel - Esta señorita está cometiendo un delito contra nuestra fe y su físico poco agraciado está de-sacralizando el agua bendita.
- ¡ME QUIEREN SOMETER!

En la cafetería:

- Porque bebés bebés bebés - Argumentó Puri.
- Sí, pero bebés bebés. Bebés haciendo cosas de bebés. Ya sabes, bebés. - Discutió Puri II.
- Bebés. Ay, bebés. Bebés como raíz, fondo y fin de una problemática existencialista asentada en bebés. - Remarcó Puri III.
Pero Puri IV estaba en una esquina. En su esquina. Allí se sentaba todas las tardes, rodeada de los carritos de sus amigas, suspirando y sin tener nada que decir. Puri IV era como Superman IV. Llena de buenas intenciones pero estéril. Sus amigas empatizaban inconscientemente con su tristeza. Pero conscientemente eran unas hijas de puta de tomo y lomo y seguían con el cotorreo dañino:
- ¿Sabes Puri IV por qué llevo esta camiseta de un espermatozoide entrando en un óvulo? - Preguntó Puri II.
- Emmm...
- Exacto, es así como se crean los bebés.
Y Puri IV ya no aguantó más. Se disculpó de la mesa como pudo y ante la sonrisa de superioridad de sus amigas y con lágrimas en los ojos, escapó por la puerta de la cafetería "La barra gorda y caliente".

En una casa particular cuya propiedad no especificaremos por el momento:

El abuelo está sentado encima de un pentagrama.
Se lo dibujó Don Manuel, hombre santo.
El abuelo cree que el diablo quiere robarle su bocio.
Pero lo mismo es su hijo, que es un tunante.
Por eso también empuña un escopetón (Y es así como lo llama).
El niño en realidad no es malo, no se crean ustedes al abuelo.
Tuvo un resbalón un día de lluvia paseando por la acera.
Se golpeó la cabeza con el bordillo y quedó sevillano perdido.
Ahora no hace otra cosa que beber mojitos, llamar a la gente "mi alma" y jurar por la Macarena (No se sabe si por la virgen o por la canción).
Y el bocio de su padre le da un asco horrible.

En la papelería, ya sabéis, la que está frente al ambulatorio:

- Hijo.
- Padre.
- ¿Ves esto?
- Una pluma, padre.
- Un símbolo, hijo.
- Explícame, padre.
- Con una pluma trazas la línea.
- ¿La línea, padre?
- Entre los Delibes y los feriantes.
  Entre los poetas y los cantantes.
  Entre los sabios y los farsantes.
  Entre los simples gordos y los Cacos Senantes.
- Menuda mierda de rima, padre.
- Lo sé.
- Entra una clienta.
- Hagámosnos los interesantes.
- "Interesantes" hubiera sido mejor rima.
- Hijo, calla. Te recuerdo que eres negro y que te puedo deportar cuando quiera.

En la capilla:

A Eufrasia la llamaban Bendita porque tenía un corazón de oro. Todo lo daba y nada pedía a cambio, si había alguien capaz de tocar el corazón del no creyente, era ella con su sonrisa:
- Le voy a decir a mi hija, que es la peluquera, que vas de mi parte. No te va a cobrar y notarás el cambio y así no tendrás que ir por ahí llamando la atención.
- ¡SEÑORA! ¡ESTOY LUCHANDO POR NUESTROS DERECHOS COMO MUJERES!
- Si eso está muy bien cariño, pero no tienes porqué ir con el pelo así, que parece que has salido de un basurero.
Ya se había formado un pequeño corro alrededor del cura, que les contaba:
- Lo que no me gusta es que por un lado parece que la película quiere recrear la estética de la trilogía antigua, que a mí me parece estupendo, pero cae un poco en el vicio de meter CGI donde no se necesita, como en las nuevas ediciones aunque sin caer en los extremos de la trilogía Jar Jar. La cantinera, por ejemplo, es un desastre. Iba todo tan fluido y cuando la vi se me quitaron las ganas de seguir comiendo palomitas.
- ¿Habéis visto últimamente la trilogía clásica? No es que pierda. Es decir, sigue siendo buena película, pero por algún motivo no es lo mismo...
- Pues porque ya no eres un niño.
- Es que estamos saturados.
Bendita seguía:
- Mira, este es mi sobrino, Esteban. Esteban mira a la niña.
- ¡Guappa! - Babeó Esteban
- No es el más listo de la clase pero ya te digo que a buen corazón no le gana nadie.
- ¡Guappppa! - Y los salpicones de saliva de Esteban cayeron sobre el pecho de la activista, emborronando el pene tachado que se había dibujado en él. Y ella se sonrojó:
- Creo que hace un poco de frío, por aquí. Sigo pensando que sois unos fascistas, pero voy a ponerme la camiseta.

Puri IV bajaba aceleradamente por la calle, con el ceño fruncido y un plan, directa a la papelería del niño tinta (La llamaban así porque el dueño obligaba a su hijo a darse frecuentemente baños de tinta china, con propósito desconocido). Abrió la puerta de par en par y los encontró mirando fijamente una jofaina. El mayor haciendo equilibrios sobre un pie, el pequeño entintado alzando brazos y ojos al cielo en actitud suplicante:
- Quiero las tijeras más cortantes y afiladas que tengan. - Pidió.
- Marchando.
- Y un rotulador también. Gracias.


- La verdad es que en el Instituto se metían conmigo.
- Ay niña, eso es lo que te pasa ¿Verdad?
- Es doloroso ver como todas tus amigas tienen novios y planes y las invitan a fiestas de mojarse la camiseta y que a mí no me miraba ni el profesor de gimnasia, el que acabó siendo un pedófilo.
- ¡Guapppppppa!
- Pero cariño, si hubieras venido aquí con otra actitud, esto ya estaría resuelto. La Iglesia está abierta a todos para solucionar sus problemas. ¿No es así, Don Pepe?
El cura se levantó del corro. Parecía que la conversación sobre la película no daba más de sí y que el debate entre agradar a los fans con un remake camuflado o arriesgarse a hacer algo original que no gustara no iba a llevar a ningún puerto.
- Así es, Bendita. Estamos para ayudar.
- Ay, me da mucha penita esta niña y todo el tiempo que ha perdido. Mira que si hubieras conocido antes a mi Esteban, lo mismo ya podías estar hasta casada.
- Señora - Dijo seriamente la ahora ex-feminista - Creo que al fin he comprendido que la felicidad no está en pasear pancartas ni en hacer comentarios en las páginas web de los periódicos con cuya línea editorial no estoy de acuerdo poniendo en duda la integridad periodística de quienes escriben los citados artículos sólo por mi discrepancia ideológica. Ahora veo que ser feliz consiste en llenar el vacío de mi ser haciendo feliz a alguien menos complicado que yo y trayendo sus hijos al mundo.
- ¡Guapppppppppppppppppppppppa!
- Don Pepe, yo no sé si es mucho pedir, pero es que esta niña necesita ayuda. Ha perdido mucho tiempo y a saber para qué queda a su edad ¿Podríamos recitar un conjurillo de ésos que vienen en la edición completa de la Biblia?
- ¿El que hace que todo el mundo se convierta en su personaje de videojuego favorito?
- No, no, el de viajar hacia atrás en el tiempo.
- Bueno, hace tiempo que no lo intento y no sé muy bien...
- Confío en usted. Es un hombre bueno y por eso Dios hará que funcione.
- Por usted, Doña Bendita, lo que sea. Manuel ¿me sacas de la sacristía la caja negra?
- ¿La de los grabados sumerios?
- La otra, por favor. Y ve diciendo a la gente que se vaya haciendo un poquito de sangre y que junten las manos.

Torrealba, hace seis años:

- ¡Fea!
- ¡Feaaaaaa!
- ¡FEAAAAA!
- ¡Dioses del cielo! ¡Qué fea eres!
Le gritaban desde detrás de la verja.
Catalina llora en un banco del parque. Una mujer se le acerca:
Lleva el pelo poco aseado y el aliento le huele raro. Pantalones cortos que le quedan marcadamente estrechos y una camiseta que reza "Empoderamiento vaginal". Con la mano derecha sostiene un montón de folletos. Le habla:
- No les hagas caso. Verás, lo importante en una mujer no es el físico. Eso es lo que te quieren vender para que te sientas inferior y te sometas. ¿Has oído hablar de la machocracia?
- No...
Y sin darle tiempo a continuar preguntando, tras de la mujer se abre un agujero espacio-temporal y de él emerge la Catalina de dentro de seis años. Antes de que le dé tiempo a volverse, la golpea con una cruz maciza de oro, haciéndola caer pesadamente y desperdigando los papeles por el suelo del parque:
- Escúchame bien, joven Catalina, soy tu yo del futuro.
- ¡Oh! ¡Eso explica el túnel de tiempo!
- Y tiempo es lo que apenas tenemos. Los poderes del duende Bruhul que hemos invocado se debilitan y no podrán mantener el portal abierto sin depositar más sangre en el cáliz. Escúchame bien.
- Te escucho.
- No tienes porqué conformarte con ser una feminista. Aquí tengo un papel con dos direcciones. Vé a la primera y pide un peinado bonito gratis, diciendo que vas de parte de Bendita. A continuación, dirígete a esta otra y explícale lo que ha pasado a la señora que te encuentres allí e interésate por Esteban. Nuestra felicidad depende de ello.
- ¿Y dejarán de insultarme?
- Serás normal, como ellos. - Respondió señalando a los que ahora insultaban a las "multifeas" a través de la verja.
- Gracias.
- Lo hago por las dos.
Mientras Catalina la grande se aleja de su "antigua yo" hacia el portal, una fuerte luz parece envolver su barriga:
- ¡Está sucediendo! ¡Está sucediendo!

Catalina y Puri IV van a cruzarse. La primera casi no se da cuenta de lo que hay alrededor, no deja de decirle cosas bonitas a su tripa de embarazada. A su lado, Esteban mira las luces apagadas de las farolas. A veces se pregunta si estar con Catalina fue su mejor decisión. La quiere y no quiere hacerle daño, pero le preocupa su falta de conexión en algunos temas. Son pequeñas discrepancias, normales en una pareja, se dice. Es mejor no darle importancia, y como para reafirmarse, vuelve la cara hacia ella y la piropea como sabe que le gusta:
- ¡Guappppppppppppppppppppa!
Y ella le devuelve una sonrisa.
Puri IV lleva unas tijeras en la mano. Está harta de que las otras Puris le hagan sentir mal por no ser madre. Piensa arreglarlo de un tijeretazo. Y entonces ve a Catalina:
- Hola, Catalina.
- Hola, Puri IV. Bonitas tijeras.
- Gracias. Hasta luego.
- Hasta luego.

El abuelo está dormido encima de su pentagrama. El hijo no hace mucho caso, está viendo un partido Betis-Sevilla y no sabe de parte de quién ponerse. No lleva mucho tiempo siendo sevillano, a fin de cuentas. En estas dudas se encuentra cuando alguien llama a la puerta con los nudillos. Se levanta a ver quién es.
- Hola, Puri, mi alma, ¿Qué haces tú por aquí?. Por la Macarena, mi alma.
- Oye, necesito que me hagas un favor.
- Lo que sea por ti o, en su defecto, mi alma, por la Macarena, mi alma.
- De hecho, va a ser un favor para los dos ¿Tienes toallas?

Nadie sabe de dónde ha sacado Puri III un birrete, un atril y a cincuenta señores de rostro serio que se mantienen detrás suya, concentrados. El caso es que los tiene:
- Bebés, bebificación de la esencia bebil. - Toma un poco de agua - Bebés elevado a n donde n tiende a infinito.
- ¡Putas! - Grita una voz de mujer desde la puerta de la cafetería, haciendo que tres Puris, dos Manolos, medio José Antonio, cincuenta asistentes a una conferencia y una María se giren para comprobar que la que grita es Puri IV y que sostiene una toalla ensagrentada con un bulto dentro.
- Contemplad...
¡Mi maternidad! - Grita levantando el cuerpo, haciendo que la toalla se desplace lo suficiente como para que sea posible apreciar que cubre un bocio al que alguien le ha dibujado una cara.
- ¡Ooooooh! - Dicen todas las Puris, sacando a la vez sus gafas de sol para protegerse del resplandor del descubrimiento.
- ¡Es precioso!
- ¿Cómo se llama?
- ¡Qué sonrisa tiene!
- ¡Los mismos ojos que su padre!
- ¿Cuánto pesó?
- ¡Es que me lo como!

Y mientras alguna gota de sangre, deslizándose desde la toalla empapada, cae sobre el rostro resplandeciente de Puri IV, ésta se siente la mujer más feliz del mundo.