Sunday, June 22, 2014

El actor

El actor dejó de ver con sus propios ojos hace ya tiempo. La forma caprichosa del polvo acumulado en las ventanas crea dibujos de luz y suciedad, lluvia condensada y arena. No sabe muy bien qué decir, ahora que todas las líneas parecen falsas. ¿Cuándo perdió el descanso del yo? ¿Cuándo comenzó a sonarle todo a un guión repetido?
Ella se acerca y él no sabe ya inventarse la espontaneidad. Sé gracioso: Decir, escuchar, crear un gran contraste entre lo que se espera y lo que finalmente se expresa. Con la mirada, con la voz, con el gesto.
La mayor parte de las veces no es más que un bailarín cojo, una mueca envejecida. Un poco demasiado borracho, un poco menos agradable, un poco más a la izquierda ¿Qué esperará escuchar hoy mi público? ¿Cómo puedo satisfacer sus expectativas? ¿Cómo puedo defraudarles? ¿En qué nueva guerra alzaré la bandera para luego dejarla caer sobre la cabeza de un amigo o de un nuevo enemigo?
En sus sueños se reconcilia con lo perdido acusando al mundo de haberle cambiado. Un mundo aturdido por imágenes que se mueven, colores que entrechocan, imposibles que se emulan, la utopía donde morir significa apretarse el pecho, exhalar un suspiro, tirarse teatralmente hacia atrás en una explosión de música magnífica. Muerte pop, con las partes cruentas ensordecidas, porque el héroe nunca se va llorando, ni gritando, ni comportándose como un imbécil asustado.
A veces envidia al asesino. Desearía - piensa - matar a un animal mitológico, a un hombre que aún conserve el alma, al último santo que quede. Pero el actor despierta y los recuerda extintos y con la sangre que se cobra le pinta los labios a un retrato de Madonna.

No deja de asistir nadie. Ni su familia, ni sus amigos, ni los testigos de su debilidad. Asoma la cabeza entre el telón y ve la misma vacuidad en aquellas miradas que en la suya propia. Soy un actor - se repite - y es la hora de volver a interpretar mi última escena. Una vez más, para siempre una vez más.
Así que sale, grita, desdice, relee, hace como el que sufre y llega al tiempo en que su vida debe jugar a extinguirse. La luz de las pantallas de los móviles es lo único que ilumina aquellos rostros hasta el momento de la inevitable ovación, desde bocas muertas a oídos sellados.
- Mañana más y mejor, amigos.

- PREFACIO -

Acaban de apuñalarle. El dolor es tan profundo que su cerebro no sabe cómo asumirlo y comienza a desconectarse. Su asesino, su amigo, lo ve desvanecerse con ojos llenos de lágrimas y manos temblorosas. El actor abre la boca para intentar decir: - Era necesario. Pero sólo es capaz de un balbuceo mezclado con sangre. Alguien escribirá que sus últimas palabras fueron otras y así pasará a la Historia.
Nerón, como lo conocían entonces, termina de apagarse para un mundo y su conciencia se prepara para abrirse hacia la dimensión imposible, donde todos los siglos se mezclan, donde el destino se diluye y los hombres tienen la oportunidad de convertirse en lo que siempre desearon.
El ángel de la muerte se aparece, entonces, ante el antiguo emperador. No para consolarlo, no para explicarle a dónde va, ni siquiera para poner sus actos en una balanza, sino para cumplir la voluntad de un Dios creador que es puro amor al hombre y a su libertad pero que, a pesar de haberlo creado, nunca llegará a entenderlo. El ángel, como el más eficaz y sombrío de los funcionarios, sólo aparece para hacer una pregunta:
- ¿Cómo quieres que sea tu Eternidad?
Y, Nerón, con absoluta sinceridad, responde.
Se abre el telón.