Monday, March 31, 2008

El Decadentismo

Ignoro en esta aproximación las características estéticas del fenómeno. El decadentismo está asociado a la sinestesia, y a la desviación de los sentidos. También con las sustancias psicoactivas.
Podemos retrotraernos al Spleen. Hoy en día, privado de todo valor artístico, nos llega a través de los Emos.
Un decadente está en perpetua melancolía. Yo he sido un aspirante a decadente en otros momentos de mi vida. Existe un antídoto contra el exceso de suspiros, la voluntad.
La voluntad entendida en sus más amplios términos, como una fuerza arrolladora.
La vejez le da la razón a los decadentes, pero nuestros avances, nuestros logros y nuestra sed se la quitan. Seamos como una marea de lava antes que como un lago denso.
Por eso es la ira tan necesaria. La Santa indignación. Cultura medieval de sangre y espadas.
Y esa es la crítica que puedo hacerle a los reflexivos y a los sentimentales. La lucha empieza y termina fuera de las fronteras de nuestro espíritu.
Quien no pueda seguir mi consejo debe evitar el existencialismo, porque su ironía no está madura o es que ha echado demasiada raíz.

Un triste saludo

Sunday, March 23, 2008

La luz que no sabe vibrar

Como si la luz pudiera hacerse jirones, y un pedazo cayera en la tierra, fecundándola. Sembrando de luz la montaña, haciéndola emerger de por debajo de las piedras. Como si toda la villa se hiciera incandescente, a punto de estallar, y de su entraña surgiera un engendro inasible, y refulgente, y hambriento de oscuridad.
Y si esta criatura fantástica nos cogiera de la mano y señalase la luna de la que provino. Sin poder adivinar su sonrisa, ni resistir su mortal abrazo. Nuestra carne abrasada caería dentro de profundos cráteres, de verticales simas, creando la nueva raza, dando bocas a los espejos, haciendo hablar a las llamaradas imaginarias, habitantes del reverso de nuestros ojos.
Un día estas dos razas podrían dejar de odiarse, y de ser la una víctima de la otra. Podríamos flotar si ellos pudieran besar, podríamos no morir, si ellos pudieran comer. Podríamos adivinar, si ellos pudieran respirar.
Pero nuestro destino nos dirige. Somos hojas inclinadas ante el árbol milenario de la muerte y la luz sigue a su meta, horadando nuestra alma dolorida, como quien entra en un Supermercado, se come un bollycao en el pasillo, y sale sin pagar y con un cromo de Pokemon.