Sunday, August 06, 2006

19

- ¿Y qué crees que te espera, con esas notas? ¿Qué harás con tu vida? Yo no voy a estar aquí siempre para protegerte. Y ya sé que piensas que siempre te digo lo mismo, pero es que no puedes seguir así, sinceramente.
Estás destruyendo tu vida, por muchas excusas que quieras ponerte, o que quieras ponerme a mí, aunque a mí no me puedes engañar tan fácilmente.
Mira, no le he dicho nada tu padre, pero las he visto. Sé qué es lo que escondes en el cajón de los calzoncillos, he visto la bolsa. No me mientas. No soporto que me mientas ¿Crees que soy estúpida? Aunque sea de un amigo. No tiene porqué estar allí. El otro día me desvelé a las cuatro de la mañana, porque te oí salir. Y asomé la cabeza por la ventana. Y te vi.
Vas a matarte, y vas a matar a tu pobre padre, que lo único que hace es preocuparse por ti, e intentar que estés bien. No me grites. Es tu cuarto, pero es mi casa.
Mira, Antonio, lo damos todo por ti. Y siempre hemos estado aquí, cuando nos has necesitado. No quiero que un día me llamen para decirme que mi hijo ha muerto por sobredosis, o por conducir borracho, o por una de esas peleas que tienes a veces, también lo sé.
Por favor, no te vayas, escúchame, escúchame...
Bien, es importante que me oigas. Sé que es tu vida, pero cada vez que te haces daño a ti mismo, nos lo haces a nosotros también.
Rodeada por las paredes del asilo, la Señora Urrutia, de 65 años, abrazó el peluche que tenía encima de su cama, y terminó la conversación susurrándole al oído:
- Y júrame que no lo volverás a hacer.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Prodría ser una campaña de estas en contra de las drogas y todo. Mu bueno.

Saludos

3:15 PM  

Post a Comment

<< Home