Thursday, July 30, 2015

Adiós al pueblo

- El agua de la piscina siempre estaba demasiado fría. Daba igual que el sol azotase. Incluso cuando la loza ardía, el agua helaba.
- Era por la sombra que dan los pinos.
- Y recuerdo también que tenía un camino hecho a través del terraplén. Si dabas un paso fuera, te caías.
- Y las cuestas.
- Nunca pude subirlas con la bici.
- ¿Cómo pudo pasarnos esto?
- Ya...
- ¿Sabes? En el sitio éste... frente al merendero han puesto un bar bastante chulo. Podríamos ir un día... Aunque no podamos beber, aún podemos mirar.
- Estaría bien.
- Mejor dejar de pensar en el tema.
- Me gustaría poder hacerlo. Y hay días en que casi lo consigo. Me hablo a mí mismo, me ordeno dejar de pensar, pero no funciona.
- Las palabras son un callejón sin salida.
- Sí. No dejas de arrancar capas y capas. Intentas entender lo que sucedió, pero no puedes así que empiezas a dar rodeos y cada detalle te obsesiona.
- No deberíamos de haber venido aquí.
- Lo sé. Francamente no sé qué esperaba encontrar. Todo cambió después de que nos fuéramos.
- Ese árbol lo planté yo.
- Sí, el mío duró poco. Y no fue porque no lo regara.
- Lo regabas demasiado.
- A lo mejor...
- ¿Una última mirada?
- Sí.
- ...
- No soporto ver a mamá llorando.
- Ni yo.
- Al menos seguimos juntos.
- Podría haber sido peor.
- Pero ya te vale echar amoníaco en mi heroína.
- ¿Y lo que me hizo la zorra de tu novia en el ojo?
- Siempre la estabas mirando donde no debías.
- Pero nunca me la tiré. En el fondo te respetaba.
- Bueno. Es pasado.
- Pasado...
- ¿Nos damos un paseo por el billar?
- ¿Por qué no? A fin de cuentas, no hay nada mejor que hacer.