Tuesday, September 05, 2006

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- Blanca magia, blanca magia, pruebe el pepino luminoso, cura el cáncer, blanquea los dientes, proporciona al hombre y a la mujer espectaculares orgasmos - Gritaba el jipi dudoso, entre la muchedumbre de malvestidos.
Y yo me dirigía a otro stand:
-Dime la fecha en que naciste, la fecha en que nacieron tus padres y la fecha en que nació tu mejor amigo - Me pidió una cuarentona vestida con túnica gris y dedos huesudos desde detrás de la mesa.
- ¿Y qué harás con esos números?
- Robarte la tarjeta de crédito y ver si alguno de ellos es tu número PIN.
- ¿Qué?
- Nada, quiero decir, adivinarte el futuro mediante la cábala.
No me entretuve más y seguí mi camino a través de pasillos repletos de masajistas, espiritistas, demonólogos, grasientos portavoces de la revolución sexual, psicólogos de salón y carta marcada, tarotistas del último día y ecologistas agoreros y presuntuosos.
Y al final llegué al único lugar que me interesó de aquella ridícula feria, montada en la explanada de detrás del colegio, con forma de carpa de color marrón desvaído y de entrada libre.
Apoyada en un mostrador de madera blanca una mujer de unos treinta años decía poder leer el alma como si de un panfleto de turismo residencial se tratara y extraer de ello información sobre el carácter de la persona que le preguntara.
Sin duda, lo que más me atrajo de aquella estupidez fue el precio, pues era la única de todos aquellos desapegados y espirituales individuos que no cobraba por sus servicios.
Tuve que esperar un poco antes de que fuera mi turno, delante mía a un tipo le dijo que tenía el alma de color verde, un carácter un poco irascible y dificultades para expresar sus sentimientos, a lo que el tipo respondió, tras recibir la información, con un golpe de puño en la mesa y tartamudeando unas palabras que no entendí.
Después de él, a una chica le dijo que tenía el alma de color amarillo, muy amarillo, amarillísimo. Que dejara la bebida, en resumidas cuentas.
Y, al fin, me tocó a mí.
La mujer se puso muy seria, me miró a los ojos. Yo miré a los suyos. Comprobé que tenía, como mínimo, dos. Abrió la boca. La volvió a cerrar. La imité para que no se sintiera ridícula. Y tras esto, deteniéndose lentamente en cada palabra me dijo:
- Tú no tienes alma.
Entendí que aquella mujer era cojonuda en su trabajo, y que podía oler a un cínico a kilómetros. Entonces, para que supiera que reconocía su talento, y como nuestras miradas todavía se sostenían la una a la otra, me rasqué la axila con la media sonrisa puesta. Y me largué antes de que le diera por explicarse.

2 Comments:

Blogger Caminante said...

Yo le aconsejo, a todos los que no tienen alma, que en lugar de ir a que te la lean o te la intenten encontrar, vayan a ver al Mago de Oz.

PD: Está bien eso de ecologistas agoreros. jeje.

12:56 AM  
Anonymous Anonymous said...

¿Tienes una tirita en la nuca?

Hay una leyenda que dice que te pueden robar el alma a través de la nuca.

En Pulp Fiction el mafioso que busca recuperar un maletín y que tiene una tirita en la nuca, se dice que busca el maletín porque dentro está su alma que se la han robado.

Saludos!

9:01 AM  

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