Sunday, April 04, 2010

Contra la mujer del matamoscas

El intrépido programa dio sus primeros pasos, resaltado sobre la pantalla, deslizándose hacia la alfombrilla, cayendo torpemente al regazo de su creador. La ventana doblada, primero probó a arrastrarse, tiñendo de azul el pantalón del hombre que lo miraba con asombro. Cuando consiguió enderezarse un poco, mostró un botón rojo en el centro, como un ojo ciego. Saludó con las letras resaltadas y dijo "Hello, world".
Alguien lo miraba desde otra perspectiva: Era una aberración de la naturaleza, un fenomeno imposible de luz e información; la señora con rulos desenvainó un matamoscas, y antes de que el padre de la criatura pudiera intervenir o impedir con su mano el asesinato, éste ya había sido consumado. La pernera si tiñó de código y los condicionales se confundieron. Nadie hubiera esperado lo que sucedió a continuación, pues de las fórmulas mezcladas surgió una criatura distinta. Es sabido que mezclar matemáticas puede tener consecuencias nefastas, sobre todo para los espectadores del suceso: El programa se enrabietó, se rebeló y se convirtió en un virus que aspiró la señora. Convertida en datos aquella, una rápida lepra la afectó, deshilachando su información, haciendo caer sus variables al suelo, donde podían ser presa de ratas vagabundas o cucarachas hambrientas. Y algo peor: Aquel rostro se retorció, se desvaneció, se convirtió en una "D" gigantesca. Como si fuera una aguja, un hilo transparente atravesó su cabeza y aquella mujer de matamoscas y bata y rulos murió engarzada contra el vientre de un buda sin ojos.

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