Wednesday, November 15, 2006

Liza de las estrellas (2)

... los muertos hablaran.
- Hija, nos has salvado. Se adelantó el viejo Morris, con su venerable barba blanca moteada por chispitas de chocolate sagrado.
- De nada. Y ahora, por favor, os lo ruego, dejad de mirarme como gilipollas y llevadme a algún sitio en el que pueda descansar. En este viaje he perdido mucho, mucho más de lo que imagináis. Espero que la piedra pueda ayudarme también en esto.
Morris recogió la primera palabra de agua y la llevó al templo, donde la estudiaría y empezaría el ritual de activación. Una vez que hayamos podido contactar con nuestros muertos, pensaba, averiguaremos el secreto de sus viejas máquinas y, poco a poco, reconquistaremos el viejo Modo.
En la puerta del templo lo esperaba un joven de unos veinte años, su perilla afilada y sus ojos pequeños lo definían como miembro del Gran Culto, era un poco amanerado y recibió a Morris con un saludo alegre:
- Hola. La tenemos.
- Sí, después de santificarla la llevaremos al cementerio. Pronto aprenderemos del viejo Modo, y así recuperaremos también el resto de palabras de agua.
- ¿Me dejas verla?
- Sí, claro, pero ¿Qué es ese brillo azul en tus ojos? Tú. Tú eres un...
- Viejo de mierda. - Chilló el joven custodio del templo, y tras empujar a Morris echó a correr por el camino, huyendo ahora de quienes, tras oír la petición de auxilio del anciano, se habían lanzado en su busca.
El herrero se acercó a Morris:
- ¿Qué es lo que has visto, anciano?
- El brillo azul en sus ojos frente a la piedra lo delatan como asesino.
- Daremos con él, no se preocupe.
- No podréis mientras se encuentre en el radio de influencia de la Palabra de Agua.
- ¿Por qué?

Continuará...

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