Wednesday, September 14, 2005

Rapsodia suburbana

Yo podría escribir, si me lo pidiera el cuerpo y apuntara la caída del relato hacia algún lugar interesante, unos párrafos bajo el título pretencioso, a la vez que genérico e insustancial, de "Rapsodia suburbana". Podría hablar de mendigos, prostitutas y aventureros de otras extracciones que intentan sobrevivir en la "Jungla de asfalto" (Y van dos) y a través de ellos construir conclusiones tópicas y de un progresismo despegado que podrían satisfacer a quienes leen desde un sillón, con su lámpara, y otros lujos innecesarios, mientras una negra les hace una mamada.
Pero si yo quisiera, realmente, escribir algo sobre la ciudad, y me interesase la opinión de quienes me leen, escribiría sobre un espacio de imaginación común. Negaría la existencia del humo, y trataría a los edificios como visiones colectivas, y las normas de tráfico, antiguos rituales satánicos que degeneraron en semáforos, pasos de cebra y un carnet que ahora te dan plastificado.
La ciudad, señores, no existe. Y el que se lo dice, tampoco.

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