Tuesday, August 16, 2005

A trompicones

Vivimos en el presente constante, en la fuga continua, de espacios y sombras que se superponen, creando el devenir programado, o la ramificación inesperada. Tanto da, porque todo acaba en el mismo sitio.
Puedo entender (Aunque nunca compartiré sus formas) al que se duele de la alegría, el éxito, o el mérito de otros. Esta forma de arrastrarse surge de una deducción subconsciente y relacionada con la Geometría. Si un vértice del poliedro avanza, los otros retroceden de forma relativa. Por más que no se sepa adónde lleva la dirección que toma el que emprende, el miedo existencial a estar detrás de otros puede resultar insuperable.
Hay gente a la que me niego a ayudar, y quiero ser concreto por una vez, porque las facilidades les distorsionan. Y los vuelven imbéciles. No basta con ser inteligente, hay que asumir que otros son mejores que tú, y renunciar a la pedantería cuando no es oportuna, ni tiene como objetivo el follarte a una chica guapa. La pedantería hay que ganársela, con años de diletancia y visitas de snob cultureta al Café con Libros, que es un lugar donde no sirven Fanta, y uno es libre de coger de una estantería cercana un libro medio roto y sucio sobre el decadentismo, la belleza griega, o la caída del Muro.
El personaje que define el texto existe con abundancia en Universidades y otros zoológicos, y suele ser aficionado a la psicología de salón, que se practica dándole martillazos a Freud, quien tuvo, a mi entender, la desgracia de ser tomado en serio cuando él sólo quería escribir pornografía usando un dudoso estilo cientifista. Más le hubiera valido al fundador del psicoanálisis decir que las pruebas de su teoría le habían llegado por revelación divina que sostener, como hizo, que la negación por parte de sus pacientes de las hipótesis que él elaboraba sobre el origen de sus traumas ya era una buena prueba de la validez de las mismas.
Quizás lo esté tergiversando un poco. Probablemente lo haya malinterpretado.
Seguramente lo he manipulado todo, forzando las interpretaciones para darme la razón y sentirme más seguro de mí mismo.
Sí, es innegable. Así que no es cierto.
Espero seguir escribiendo por aquí un poco más. Lo disfruto, y me resulta útil. Dentro de poco, y en doloroso goteo, mis amigos se van a ir despidiendo de mí, para construir sus vidas fuera de Málaga. Yo tomé una decisión hace tiempo. Y voy a seguir resistiéndome, para que mi opción se mantenga.
Todos necesitamos ser un poco coherentes de vez en cuando, digo yo.

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