Monday, September 05, 2005

¡Aaaaargh!

Consigo desengancharme por unos minutos de ese maravilloso juego que es el Gunz, para hacer una pequeña actualización, en espera de que se me ocurra algo más grande, me conformo con poner en orden unas ideas que tuve esta mañana.

Mi idea valdría para unos relatos pequeños o quizá una serie de cortos, con el mismo transfondo: "Los burdeles de Singapur" El título está escogido por su sonoridad y porque es necesario que la acción transcurra en uno de estos locales. Con cualquier excusa (Pensé en una herencia, o un accidente que lo obliga a recibir cuidados en plena guerra inventada y en territorio enemigo, o quizás por cruzar una puerta interdimensional, y después ser acogido por la hospitalidad de la madame) el protagonista se ve rodeado de putas, que le cogen mucho cariño, pero sólo como amigo. Éste pobre frustrado se enfrenta a todo tipo de aventuras imprevisibles.
En una de ellas, y debido a un desdoblamiento de su personalidad, se convierte en su propio mayor fan. La obsesión le lleva a escribirse cartas con sangre (Su sangre) a sí mismo y a fundar un absurdo club en el cual es el único miembro y objeto de deseo. El capítulo termina cuando se desencanta, al descubrirse cantando en playback.
En otro de los capítulos, una de las prostitutas del burdel queda embarazada de un cliente, dando a luz a un Ministro de Economía, con bigote y chaqueta incorporados. Éste traerá la burocracia y las buenas e inútiles maneras al lugar, haciendo que el negocio se resienta considerablemente y obligando a la madame, acompañada del protagonista, a confinar al ministro en una habitación sin luz, agua ni paredes.
En otro capítulo, continuación del anterior, leemos como el ministro escapa fácilmente de su prisión (Lógico) y decide dejar embarazada a su propia madre fingiendo ser un cliente más. El objetivo del plan no acaba de estar claro. Pero lo importante es que él lo hace. Mientras, el protagonista tunea su coche hasta convertirlo en un phoskitos gigante semi derretido.
Otro capítulo narraría la historia de Romeo y Julieta, trasladada al sórdido ambiente del puticlub, y con una particularidad. Siempre que se toma en la trama alguna decisión, los protagonistas tiran un dado para decidir lo que hacen, variando así el rumbo de la historia.
En otro capítulo, la puta embarazada de su propio hijo da a luz un agujero negro, formado de antimateria que absorbe todo lo que encuentra a su paso. Supone la inevitable muerte del Ministro y que el resto de los protagonistas de la historia se tiñan el pelo de rubio sin razón aparente. La única manera de acabar con la voracidad del pequeño agujero negro es cantándole una nana. Aum, una última cosa: el mencionado agujero de antimateria se llama Tim y habla, pero con poca coherencia, además siempre está intentando hacerse el gracioso.
Démosle un nombre al protagonista: Octavius. Octavius descubre en otro capítulo que a la mermelada que dejó fuera de la nevera unos días le ha empezado a salir un extraño hongo. Tras estudiarlo detenidamente, descubre que la ingesta de dicho hongo convierte a quien lo prueba en un bañista asiático. Intenta patentar la fórmula y hacerse rico, con poco éxito. Un bañista asiático prueba el hongo, convirtiéndose en Jesucristo.
Jesucristo siempre se quejará de su poca esperanza de vida, y usará sus poderes para emborracharse. Más tarde se descubrirá que en realidad no es en Jesucristo en quien se convirtió. Sino en Rasputín.

Bueno, lo dejo por hoy. Conviene tener a la imaginación bien entrenada, pero abusar de ella tiene consecuencias terribles y demostradas. El sueño de la razón produce monstruos, el sueño de los locos produce peleas con los padres y vómitos a deshora y picor de culo, y pocas ganas de afiliarse a Unión Nacional.
Ta luego.

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