Saturday, May 29, 2010

Capítulo 3: "Una verdad encubierta"

Cúpula 3.

- Prisionero 47, se le imputan los delitos de disidencia, formular teorías no autorizadas y revelar información que pudiera comprometer la seguridad del Sagrado Núcleo y de los habitantes que dependen de sus decisiones ¿Cómo se declara?
- Culpable, Señoría.
- Bien, teniendo en cuenta su confesión y de acuerdo con nuestras leyes, su vida será dispuesta por el Reciclador. Con seguridad, alguien hará mejor provecho de su materia. La sentencia será aplicada en un plazo máximo de diez días, según la conformidad del Canciller. La oscuridad se apiade de su alma.

Mira los monitores. Míralos. Es la décima vez que cae la misma hoja. Opinamos que se crearon por la sombra para evitar la locura de la carne. Lo cierto es que el efecto es el contrario. Algunos dicen que nos muestran el mundo antes de que el color lo invadiese todo.
Sea como sea, has nacido aquí y, ya sabes, no conviene pensar demasiado. Supongo que en el resto de cúpulas es igual.
Bendita sea la oscuridad.
La fé es lo que salva a muchos, no tengo nada en contra de la fé. El problema es que no aceptan que algunos no creamos.
Al principio había un sólo Dios: El Dios multiforme de la carne y el olvido. El Supremo Ser Primigenio, el que todo lo abarcaba, vivía un conflicto interior y eterno.
Cada día su corazón se rasgaba, cada noche tenía que coserlo con un jirón de su propia sombra.
Así lo hizo durante milenios.
Hasta que llegó el aciago día, pues había agotado la oscuridad que descansaba a sus pies y no quedaba ya con qué coser las heridas de la batalla.
El primer Dios murió, dejando esparcidas en el Universo la carne, el olvido y la sombra.
Y allí donde se unió la carne y el olvido surgieron los animales tóxicos de las zonas exteriores.
Y allí donde el olvido había desplazado a la sombra surgió el color letal.
Y donde la carne y la sombra eran fuertes, allí se crearon las cúpulas, con las cuentas del collar del Dios muerto.
Dispuso la sombra que aquellos con la mirada más oscura fueran los Gobernantes y los dueños de la palabra.

Llevaban al prisionero 47 a esperar el día de su muerte. El ayudante se acercó al juez. Le tocó el hombro para que supiera que estaba a su lado.
- Le llevo al despacho.
- Llévame a casa mejor, hijo mío.
El juez se levantó torpemente, pasó el brazo por entre los de su lazarillo y se marcharon de la sala. Se oían los gritos del recluso:
- ¡Yo sólo hice una pregunta! ¡Una pregunta!

Has nacido aquí, ya sabes lo que hay. Nosotros creemos en algo más, se dice que somos los elegidos, los más sabios. No debería de saberlo, pero lo sé. En las otras cúpulas, no sucede lo mismo. No se arresta, no se mata a la gente por hacerse preguntas.
La fé.
Bendita sea la sombra.

Si alguien pudiera modificar los monitores, quizá podríamos extender un mensaje. Un mensaje nuevo y distinto que nos llevara a ser más libres. El mensaje que mi amigo y maestro no pudo decir sin que lo mataran. Los necios que lo escucharon le denunciaron sin pensarlo. A cambio de nada, el reconocimiento de un puñado de ciegos.

- ¡Ha sucedido! ¡Ha sucedido!
Gritaban, se abrazaban, lloraban y corrían por los pasillos de la cúpula.
- ¡Ha nacido! ¡El puro!
- ¡El mesías!
- ¡El que desterrará el color!
- ¿Quién?
- ¿Dónde?
- Fue en la sección inclinada del séptimo pasillo. Sus padres son Joseph y Alia.

- ¡Canciller! El pueblo está gritando, hablan sobre un advenimiento.
- El advenimiento... - El anciano se acarició la barbilla. La tenía húmeda, algo de saliva resbalaba por sus temblorosos labios.
- Llevan a un bebé.
- ¿Y qué les ha hecho reaccionar así ante un nacimiento?
- El niño nació sin ojos, Señor.
- ¿Sin ojos?
- Incapaz de ver la luz.
- Aquel que vencerá al color.
- Traedlo ante mí.

Si pudiéramos hablar a través del monitor... un mensaje sencillo, aunque eso me convierta en el prisionero 48. Una pregunta. La pregunta que llevó al mejor hombre que jamás conocí a la muerte.

Dicen que, durante el embarazo, su madre se alimentó con la carne reciclada de un disidente.

Eso es algo que conviene no airear, ya sabes.

Llamada entrante de la sexta cúpula:
- Canciller Baal, le habla el Canciller Styx. Hace unas horas hemos recibido un mensaje proveniente de la cuarta cúpula, necesitamos saber si también lo habéis recibido vosotros. Ya me he puesto en contacto con la primera y la segunda...

- ¡Blasfemia!

Los monitores están sufriendo interferencias, Señor. Los canales hacen ruidos extraños. Una comunicación entrante desde la sexta cúpula ha sido interrumpida, apenas hemos podido oír que se referían a algo de la cuarta cúpula.

Acerca su nariz, sus ojos ciegos al bebé que llora sobre la mesa.

Lo llevan, lo arrastran por los pasillos, está semiconsciente y grita. Grita de dolor: - ¿Por qué tiene puertas? ¿Por qué tiene puertas la cuenta del collar de un Dios? Lleva cables en la mano.

- Señor, las interferencias se debían a un saboteador. Lo encontramos intentando modificar el control de monitores. Por lo que parece, quería extender un mensaje.
- Sí, hay un mensaje que extender - El Canciller Baal tiene los ojos llorosos de la emoción.
Por primera vez desde que se recuerda, ha dejado de verse la misma hoja caer del árbol. En su lugar, el rostro de un hombre que no puede ver, pero que ha dedicado su vida a mantener la fé protegida de las fuerzas internas que pretenden destruirla.
- Creyentes. Amigos. Me dirijo a vosotros por este medio, que nunca antes ha sido usado para este propósito, pues en la escritura así estaba establecido. - Habla pobremente, interrumpiéndose, llevándose la mano a los labios, intentando ahogar la emoción. - Ha nacido el hijo de la sombra. Ha nacido... el Salvador.

El prisionero 48 miraba la inmensidad, los guardias le hablaban pero él ya no prestaba atención. Se había hecho encima sus necesidades, por el miedo.
- Este aparato es el reciclador. Tu piel, tus huesos, todo lo que no es tu alma... se convertirá en una pasta. - El guardia sonreía al llegar a esta parte. - En fin, vas a ser un aperitivo delicioso.

Todos estaban pegados a los monitores, contemplando el rostro del bebé sin ojos. El reciclador no estaba perfectamente silenciado, ni muy lejos de ciertas zonas habitadas de la cúpula, pero nadie escuchó los gritos. Nadie a quien le importara.

- Alabada sea la sombra.
- Alabada sea - respondió lacónicamente Styx al otro lado.
- Y bien, honorable Canciller, ¿Qué es lo que queríais contarnos antes de que las comunicaciones se interrumpieran?

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Próximo capítulo: "De como el bufón fue Rey"

2 Comments:

Blogger Raymunde said...

Espero la continuación.

1:03 PM  
Blogger la voz y la palabra said...

Todos la esperamos xD

12:36 PM  

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