Monday, July 16, 2012

Demonio

Hay un tipo con chaqueta de cuero, mira hacia abajo, frunce el ceño, hace todo lo que puede hacer para parecer amenazante, chulesco, inaccesible y atractivo. Es el tipo de persona que señala a un camarero y pide "lo de siempre" y, si le sirven otra cosa, se la bebe también porque no le gusta dar explicaciones. Ya tendrá palabras para el que le atendió más adelante, palabras como "por favor" o "me has cortado el rollo", pero la estética tiene que mantenerse porque puede haber mujeres mirando.
Junto a él hay un hombre hipnotizado por las llamas danzarinas que persisten en su párpado después de haber mirado demasiado fijamente aquella luz. Tiene también una cantidad de alcohol considerable en la sangre, cerrando los ojos se separa del mundo y puede transformarse en la persona que sabe que es en su interior, aunque nadie le reconozca. Tantos talentos ocultos pero los ignorantes le circundan.
Ella se ajusta el escote, quiere bailar. No sabe cuál es su razón para contonearse, no piensa en rituales de apareamiento ni en que sus movimientos estén orientados a demostrar a otros cuan flexible es y cuál es la capacidad de sus piernas para abrirse, dejando paso libre a quien potencialmente pueda fecundarla para satisfacer algún instinto enterrado por la socialización y las preocupaciones. Quiere bailar y baila. Sola, pero baila.
En el baño se mira al espejo. Levanta su pelo para ver hasta dónde llegan las entradas. Abre la boca para comprobar que su lengua rasposa sigue siendo del mismo color. Tira hacia abajo de su ojera. Se empuja el hombro con la mano. Recoge el cubata que hay al lado del grifo. Sale.
Hay un demonio marcando el ritmo con el pie, pero no lo hace demasiado bien. Las más de las veces la melodía se le escapa y tiene que volver a empezar, reincorporándose tarde y provocando que alguien recupere su alma en un reino subterráneo que ningún mortal ha visto. Su atención se desvía hacia el hombre que está apoyado en la barra. Sigue mirando una llama de color rojo proyectada contra su párpado. El demonio conoció una vez a la llama y sabe que una vez fue un hombre al que Dios castigó por prender fuego a su casa mientras su familia dormía dentro.
- Arderás para siempre en las miradas de los hombres. - Recordó mientras daba otro trago a su copa. Quizá haya sido suficiente penitencia. Quizá no. No le compete.
Terminada la copa, sale del bar. El hombre de la chaqueta de cuero está borracho. El que estaba en el baño baila con la rubia. El camarero le pregunta al que tiene los ojos cerrados si está bien. Algo intuye pero no sabe que parte del humo que hay en el bar no proviene de las máquinas que tienen instaladas en el techo. Los ojos del interpelado están ardiendo literalmente y pronto caerá al suelo, carbonizado.
- No me compete - Vuelve a decirse el demonio y baja la escalera de dos en dos peldaños.
Un mendigo rebusca entre la basura y se alegra al encontrar el ala de una gaviota. Empieza a morderla con fruición. Éste es el año de la serpiente.



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