Thursday, July 12, 2007

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Otoño era la más perversa, tenía una lengua pálida y era de teta pequeña pero cómoda montura, pues todos los orificios de su cuerpo eran tan flexibles como sensibles. Primavera era la alegre y la que mejor la chupaba, su pelo era tan largo que podía cubrir sus pechos, siempre estaba sonriendo, salvo cuando la estaba mamando, entonces tenía otra expresión en su rostro.
Invierno era una rubia de ojos azules que nunca se entregaba del todo, pero que compensaba su frialdad, sobradamente, con una técnica aprendida de los mejores maestros en la materia.
Y Verano era la mulata ardiente, la salvaje que clavaba las uñas en la espalda.
Entre aquellas cuatro bellezas, se hallaba Gordo Sádico, un ser de apariencia repulsiva, con un ojo notoriamente mayor que el otro, sin cejas ni pestañas, la boca en un mohín permanente de disgusto por una parálisis facial que sufrió mientras hacía la declaración de la renta, no tenía más pelo en su cuerpo que el del pecho, una espesa melena en la que habían quedado pegados trozos de hojaldre de su último desayuno, y el de los huevos, tan largo que había que apartarlo con la mano para que se pudiera ver su "palito del amor" en erección.
Gordo-Sádico las había conquistado a todas, una a una, a pesar de su odiosa personalidad, de que no tenía más dinero que el que les exigía a las chicas (Pues ellas eran quienes lo mantenían). Era un amante pésimo y, en sus ratos libres, se dedicaba a torturar animales pequeños que capturaba cerca de los bidones de basura. Todas las noches exigía a sus mujeres que satisficieran sus bajos instintos (Dignos del mismísmo Calígula) y ellas trataban de complacerlo en todo, a cambio de una sonrisa de aprobación que nunca llegaba.
Terminaba en la suite reservada con el dinero de Otoño una de esas repugnantes fiestas cuando, mientras Gordo Sádico echaba una majada descomunal en el váter (No tiraría de la cadena) Primavera, con su eterna sonrisa, preguntó a Invierno:
- Lo he estado pensando. No sé si él es lo que más nos conviene. Porque es que, a veces, no entiendo muy bien que es lo que nos gusta tanto. No sé.
Verano se adelantó a la interpelada, respondiendo:
- Pues si quieres dejarlo... así habrá más para nosotras.

Desde el interior del baño, Gordo Sádico le echa una última sonrisa desdentada a sus heces, luego se mira en el espejo. Se ve maravilloso, pero no quiere arriesgarse. Coge el bote de desodorante, y se perfuma, por tercera vez aquella noche, las axilas con el spray.
Es verdad lo que dicen los anuncios - Medita mientras vuelve a la cama donde Verano lo espera con el papel higiénico.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Estos nuevos desodorantes son auténticos avances tecnológicos...

8:27 AM  

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