Monday, November 15, 2010

Capítulo 5: "El regalo de Gem"

Cúpula 2.

Es muy probable que la historia que voy a contar no sucediera. De algún modo, sin embargo, está en la memoria de todos. Porque no es normal que un anciano protagonice una revolución y menos si lo que pretendía era lo contrario: hablar de tradiciones, recordar la voz de sus antepasados.
Hoy hablaré sobre Emaúl, un memorizador retirado, un ingenuo.

El joven estudiante sabe que, para completar su formación, no basta con las clases. Lo cierto es que, para que se puedan tener en cuenta sus conocimientos, si ha nacido en la Cúpula 2 y, como es el caso, pretende llegar a un puesto fuera de la mina, tiene que acabar preguntando a un memorizador.
Estos hombres, como su propio nombre indica, no tienen más que una función: Pues allí donde no existen medios materiales donde se pueda grabar la Historia, la Ciencia, la Literatura o la crónica social, el sistema tiene que consistir en un uso provechoso de la memoria.
Emaúl ya de pequeño mostraba unas dotes asombrosas: Con cuatro años era capaz de recordar el orden de emisión de las secuencias de los monitores, con diez años ya conocía los nombres de todos los habitantes de la segunda cúpula. Ya con diecisiete, y bajo el ala de su formador, conocía las principales historias de las familias, las fechas exactas de las llamadas Crisis Sociales, el tono de las voces de todas las mujeres, la dirección de cada cabello, el alcance de cada sombra...
Pero ahora era mayor, tanto como para empezar a olvidarse del rostro de sus hijas, tanto como para necesitar que lo alimentaran.

El joven estudiante que pretende terminar su formación va a encontrar un gran escollo en la competencia de sus propios compañeros: Es bastante normal que los privilegiados estudiantes de la única escuela de la cúpula pongan los medios de su familia sobre la mesa y se encarguen, no ya sólo de que sus vástagos obtengan acceso al mejor memorizador, sino que además ésta sea una relación de exclusividad, evitando así las duplicidades en los trabajos finales.
Pero entre los jóvenes estudiantes hay uno que podría entrar en el juego y no quiere. Se ha propuesto una empresa más noble que la de completar una sencilla tesis, copiada de la memoria de otros. Y cuenta con Emaúl para ello.

- Maestro.
- Mi cabeza se va.
- Maestro.
- Hijo, ya nadie me llama así.
- Usted fue el más brillante.
- Ya no, hace mucho tiempo que no. A veces no me acuerdo ni de cómo andar.
- Le necesito.
- Puedes escoger a alguien mejor para hacer tu trabajo.
- El trabajo no me importa. Podría vivir, si quisiera, de lo que guardan mis padres.
- Eres afortunado, pero sigo sin entender qué quieres de mí.
- Quiero una historia, sólo cuéntame una historia.
- ...
"Todos le decían que tenía que cambiar, que con aquella sonrisa siniestra nadie podría quererle. Pero él no entendía el miedo que los otros sentían por él. Un día se vio reflejado, no importa donde. Y corrió..."
- ¿Sucedió...?
- No me acuerdo de cuándo sucedió ¿No te das cuenta de lo inútil que soy ahora?
- Por favor, cuénteme otra.
-...
"Hubo un hombre hace tiempo, 500.000 pulsos. Sólía pedirle a sus amantes algo más de lo que normalmente se exige. Pues no sólo buscaba el placer y la compañía, sino la absoluta entrega. Necesitaba que dependieran de él y un día, cansado de no tener el control que quería, le rompió los brazos a su pareja."
- Hace años, maestro, os escuché una historia, contada el día de la memoria en uno de los talleres públicos.
- De públicos no tienen mucho.
- Lo sé, pero me gustaría recurdarla..
- ¿Y cuál era esa, muchacho?
- ¿Qué puede contarme sobre el regalo de Gem?
- Intentaré recordar...

"Antes de que el patrimonio nos dividiera en sectas, los monitores no sólo servían para proyectar imágenes de mundos desconocidos. Podían y aún pueden (Sólo que no se permite) comunicar las cúpulas. Por supuesto, no todas estaban disponibles, pero los ciudadanos que así lo requirieran podían intercambiar ideas con desconocidos, entender mejor su propia cultura a través de la de otros.
El sistema no era perfecto, por supuesto no se dejaba ni a los criminales ni a los subversivos tener este tipo de contactos, pero Gem no era ninguna de las dos cosas.
Aunque el poder no contaba entonces tanto como ahora, gracias a la influencia de su marido había llegado a poder reservarse un monitor en exclusividad para su familia. Éste era, si la memoria no me traiciona, el monitor 77.
Todos los días, siempre a la misma hora, Gem conectaba el monitor 77 y esperaba a la misma persona: Una anciana de facciones suaves, que le hablaba durante horas sobre su propia cúpula, sus problemas, sus noticias...
- Maestro, perdone que le interrumpa ¿Cuál era esa cúpula?
- La cúpula 4, muchacho.
- Continúe, por favor.
- "Tan fiel era Gem a su cita, que acabó por hacerse famosa dentro de su propia Cúpula. A todos sorprendía el enorme parecido entre Gem y su interlocutora. Probablemente hace años dije "parecían madre e hija", hoy ya no me atrevo pues estas ideas son herejía. Si te lo cuento a ti es porque sé que los jóvenes tenéis la mente abierta y que no vas a denunciarme"
- No, maestro, por supuesto que nunca lo haría.
- Pues entonces tengo que decir, que subrayar, que parecían madre e hija. En fin, todos sabemos cómo ha acabado la cuarta cúpula, y conocemos las historias de terror que se han formado alrededor suyo, pero no debemos engañarnos pensando que antes de que la fuga sucediera las cosas iban muy bien por allí.
Hubo muchas revueltas civiles en la cuarta cúpula. Y el patrón siempre se repetía: Después de la matanza, se instituía un Gobierno aún más severo, con la absurda esperanza de que así se impondría el orden. El efecto conseguido solía ser el contrario.
Y la amiga de Gem, cuyo nombre era Balmora (Llevo un rato intentando acordarme) hablaba sobre genocidio, sobre cómo su familia estaba marcada y cómo ella podía ser la siguiente.
Es aquí donde esta historia se vuelve imposible.
- Y ésa es la razón por la que acudí a usted. El único hombre que se atreve a contar esta parte.
- Porque no tengo nada que perder.
- Porque es el último de una generación de sabios, que buscan la verdad y no se dejan cegar por la lógica.
- Hijo ¿De qué me estás hablando?
- Hablo de que no lo conocemos todo.
- Yo sólo cuento historias. Nunca he creído en el final de esta historia.
- Sea, pero termine, por favor.
- Bien, pero cuando haya terminado, quiero pedirte una cosa.
- Lo que quiera.
- No dirás mi nombre, no dirás que Emaúl te contó esto. Échale la culpa a otro, haz lo que quieras. Tengo hijos, tengo nietos, y a ninguno quiero perjudicar con mis desvaríos.
- Puede estar tranquilo.
- Bien. La historia concluye así:
"Ya habíamos dicho que la Cuarta Cúpula estaba atravesando uno de sus períodos de conflicto. A Gem se la veía deprimida, apenas comía, y no hacía otra cosa que repetir el nombre de su amiga.
La última vez que se conectó a los monitores, fue la última vez que se la vio con vida.
Su marido no notó nada extraño al principio, sólo que parecía estar demasiado relajada. Cuando se acercó al cuerpo fue cuando vio algo inentendible:
En los monitores, la imagen de las dos amigas, abrazándose.
Aterrado, el marido de Gem apagó el monitor 77. La interpretación que se dio al hecho fue que Gem dio su vida para que Balmora nunca más estuviese sola. Y pudieran huír juntas al país sin retorno.
Tal fue el regalo de Gem"

El joven estudiante no había necesitado a Emaúl, más que para reflescarle una historia que recordaba perfectamente. Se le había quedado clavada en la memoria cuando era pequeño. Y aunque en su familia se había profesado de manera fervorosa la religión de la sombra, él mantenía sus dudas:
¿Eran familia Gem y Balmora? La religión de la sombra dice que las cúpulas una vez estuvieron unidas, pero hace mucho tiempo. Mucho antes de que sucedieran los hechos que Emaúl relataba.
¿Trasladar la conciencia a los monitores? Según la religión de la sombra, no es posible abandonar el cuerpo a voluntad.
¿Unirse en un mundo ficticio dentro de los monitores? Tampoco encaja con las creencias populares, que tratan de ellos como ventanas a las grandezas de Dios.
Con la cabeza inundada de herejías, el joven estudiante tenía una última cosa por hacer. Había empleado parte de sus derechos de poder en conseguir acceso a un monitor muy particular: Uno que llevaba apagado siglos, el monitor 77.
Y allí se encontraba, frente al objeto legendario, planteándose encenderlo y esclarecer sus dudas. Una vez que lo hiciera, no habría marcha atrás: Traicionaría con ello al Gobierno, a su religión, hasta a su familia.
Su mano temblorosa se aproximó al interruptor.
El monitor tardó cinco minutos en encenderse.
Y cuando lo hizo, sólo mostró una pantalla negra.
Nada de rostros.
Ni rastro de Gem.

Unas horas después, fue a apagar el monitor. Y entonces lo vio, fugazmente: Una distorsión en las ondas, una interferencia que sólo ocurría cuando el monitor iba a apagarse. Parecía un ojo, o una boca. No era ninguna de las figuras que los monitores solían proyectar, o tal vez sí. Daba igual que estuviera en lo cierto, o se equivocase.
Porque ya estaba decidido. Y ahí fue donde empezó la orden de Gem, y trajo consigo el germen de otra guerra.

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Próximo Capítulo: "Munroé"

1 Comments:

Blogger la voz y la palabra said...

Nos habías enganchado a la historia, y sinceramente después de tanto tiempo esperando "El regalo de Gem", no creo que alguien pueda decir que la espera no ha merecido la pena. Sigo enganchado, así que lo único que espero es que "Munroe" no tarde mucho en llegar.
Un saludo.

4:49 PM  

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