Thursday, February 14, 2013

Sr. Quesada

Mañana, cuando me examine del contenido de este libro llamado Sendas de Democracia, con sus puntos suspensivos y su nostalgia por el tiempo en que el comunismo era una opción en el mundo, voy a intentar hacerle descubrir al profesor el porqué, a veces, resulta más conveniente para los propios fines defender las tesis del contrario.
Sobre todo cuando uno no sabe demostrar las propias. Desde luego si se juega a especular sobre cadáveres calientes. Definitivamente si eres un cerril dogmático y un simplón de proporciones gargantuescas.
Antes de obligarnos a comprar su panfleto, Sr. Quesada, podría haber tenido la amabilidad de quitar algo del moho que envuelve sus capciosos entrecomillados. Los hay que nos hemos hecho alérgicos a la ideología, no por falta de ella como usted sugiere, sino más bien por todo lo contrario, esto es, sobre-exposición.
Así es como me hice ateo, liberal con remordimientos y borde sin complejos, por contraste.
Si no fuera porque soy un fetichista de los libros y porque la piscina es comunitaria, su ensayito iba a experimentar un vuelo sin motor hacia destino semejante al que Umbral condenaba a las basuras literarias que pasaban por sus manos.
Eso y que, a pesar de lo que cacarea, su libro me ha costado 20 de mis capitalistas euros, que digo yo que podría usted habérmelo intercambiado por un poema, como en el chiste de Futurama.
Y es el segundo comentario negativo que hago sobre él, porque el primero es más extenso y lo he dejado en Facebook, a continuación del cual hay elogios hacia otro libro que usted sería incapaz de escribir, porque no da ganas de salir a pegarles palizas a los del Foro Económico Internacional.
Es usted violento, Sr. Quesada.
Un auténtico violador.
Violador de los bolsillos de sus alumnos. Sustituye nuestros recursos económicos por su improductiva semilla. Se ha convertido en aquello que critica.
Huntington, que es verdad que es para mentes poco desarrolladas, le da a usted mil vueltas.
No debería de criticarlo, aunque su ideología esté en las antípodas de la que usted defiende.
Le conviene que haya escritores ligeros que llenen párrafos con nombres propios, como queriendo colocarse bajo paraguas que no atinan a abrir.
Como usted...
Sr. Quesada.

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