Thursday, July 28, 2011

Algo araña la pared

A Rocío, con matices.


A pesar de la aparente tranquilidad de hojas lánguidas y suave brisa de otoño del exterior, sus ventanas estaban cerradas con tablas. Y, aunque, en un absurdo intento de preservar un mundo muerto le dolía no respetar la disposición original de la casa, el barroco, vetusto armario cayó para asegurar la puerta. Con suerte moriría de sed dentro de su improvisado refugio.
- Algo araña la pared - Le había dicho su esposa en otro siglo.
El sonido venía de un espacio imposible, el hueco que ningún animal era capaz de hacer, pero no se podía confundir con los ruidos naturales de una casa vieja. Eran uñas comiéndose el cemento desde las entrañas de la pared. Si afinabas bien el oído podías escuchar... una respiración tenue. Humana.
Cosas a las que no les dio importancia, como la visita de aquella mujer extravagante que le quería vender el bracito de plástico de una muñeca.
- No. No gracias.
Y ella se fue sonriendo. - Una lástima - dijo antes de dirigirse hacia la casa de otro vecino.

Aquel día caluroso... no era Verano. Había dos hombres sentados sobre un bordillo, frente a la farmacia. No hablaban entre ellos, miraban hacia la nada, ambos sin camiseta, ambos con los mismos pantalones, uno de tez morena, el otro más pálido y sin pelo. Pasó por delante con su coche y ellos echaron a correr hacia él. Conducía lento, su mujer no le acompañaba y tardó en darse cuenta de que le perseguían. Aceleró y los dejó convertidos en manchas menguantes contra el cristal del retrovisor, aunque era imposible que lo alcanzaran. Sus miradas perdidas se habían convertido en ojos voraces, que parecían querer arrancarle la carne de los huesos.

El bebé estuvo llorando tres días. Su mujer lo miraba con los ojos lagrimeantes a veces, él prefería no pensar en ello. Pero el grito que provenía de la casa de la izquierda se hizo ronco unas horas antes de expirar. Ya era tarde, de todas formas y sus padres no le hubieran dejado entrar, interponiendo sus largos brazos afilados por la falta de alimento.

A las dos semanas, ella no vio esperanza. Cuando las bombillas dejaron de iluminarse y la última botella de agua fue inevitablemente consumida. Recuerda cómo pelearon por ella, cómo su mujer cayó al suelo tras el forcejeo con la derrota cerrando su mirada, después de entender que su marido no compartiría las últimas gotas. Prefirió quitarse la vida y dejarlo a solas con su locura. Dejarse caer en brazos de los caníbales del otro lado de la puerta. Una cobardía que él podía comprender.

Pero hace otro millón de años le susurraba palabras dulces al oído ¿Cómo pudo arrancarle de las manos aquella triste botella de plástico, aquellas cuatro lágrimas de lluvia?
- Bien, no soy un santo. No soy un santo. No soy un santo. No soy un santo. No soy un santo...

La detuvieron, esto tuvo que ser a los tres meses de la primera vez que oímos algo... la detuvieron paseando la cabeza de su perro en un carrito para bebés.

¿Y si pruebas a arañar... desde el otro lado? - Vaya - sonrió.

Lo que antes respiraba, lo que antes latía detrás de la pared ahora está empezando a reír. Él no es un santo, pero se santigua, se inclina, reza, está confundido. Cae, mareado por la sed. Acabará rompiendo la pared, teme. Acabará saliendo, siempre sale. La maldita hija de puta siempre consigue salir. Fuera se escucha el más penetrante silencio, quizá esté ese maldito niño arrastrándose otra vez. Quizá sean sus padres, o lo que queda de ellos.

Lo que los protegió al principio fue que no hubiera tantos vecinos, que no sintieran curiosidad, que no quisieran dejar pasar a los contagiados.
Ahora su mujer era uno de ellos, acechando en las ventanas, olisqueando en las rendijas, relamiéndose...

Pero algo arañaba la pared mucho antes de que la tierra se moviese, los muertos despertaran y los vivos enloquecieran. Algo arañaba la pared desde el principio y estaba a punto de salir de allí.
- Yo sé lo que es. - Le gritó al salón. Sé lo que es. Sé lo que es. Seloquees.
Y ahora unos dedos asoman y un ojo divisa y yo sé lo que es, lo que es lo que es que está arañando la pared desde el principio y lo sé, y lo siento, porque ya no puedo más. Ya sí que no. No puedo más. Lo siento. Me rindo, me voy. Habéis ganado.

Rellenó una taza con aceite y sumergió la bolsita de té con dificultad. Despejó su frente con la mano. Sentado en su sillón, con el periódico de hace un mes sobre el regazo, saludó a la aparición que se tambaleaba en el quicio de la puerta:

- Buenos días, querida.

Contempló a su presa con los ojos vacíos. Uno de los dos...

2 Comments:

Blogger Raepertum said...

Me preguntarás por los matices que se mencionan en la dedicatoria, aunque ya te expliqué cómo se pueden dedicar historias que no hablan de aquél a quien se dedican. Un relato de terror no es el cuadro de una mujer desnuda. Empezaré con la autocrítica a especificar, si las palabras no me vuelven a tender una trampa y consigo resistirme a mi molesta tendencia a divagar.
Dirás que tú eres la dispersa.
Voy a empezar subrayando que para que, falta de talento aparte, esta acumulación de golpes de efecto cobrara su naturaleza del género que merma tendría que haber tratado las partes aburridas de la historia. Aquella paja a la que me resisto desde que esto es un blog irregular y no el culebrón venezolano que algún día haré pasar por novela: Los protagonistas son un matrimonio sin hijos, que tienen dos vecinos y... imagínate nuestra casa porque yo lo hice. Son zombies pero al bebé no lo muerden y se acaba muriendo de muerte natural, aunque me planteé que volviera a llorar tras la muerte. Total, después del maratón de cine de Lucio Fulci al que César me somete, no me pidas coherencia. La infestación es progresiva y la gente actúa de manera rara. Creo que ahí está el mayor potencial, en nombrar un catálogo de rarezas. Las amputaciones suceden pero no se explican ¿Qué tal si el primer zombie que aparece es un tipo que no puede dejar de cortar el césped? O una señora abrazada a una farola... pero acabé por meter tablas en las ventanas, acecho a una casa cuya única importancia narrativa es la de ser morada de un tipo plano con tendencia a quitarle el agua de las manos a su esposa que, además, conoce (Dios sabrá porqué) que en una pared de su casa hay un cadáver sepultado en cemento.
Así que los muertos se levantan y bla, bla... y al final sobrevive o no sobrevive, a esas alturas había perdido interés ¡Que lo violen con una picha mohosa de muerto viviente! La mejor manera de resistirse a los tópicos es sumergiéndose en ellos. Algunas veces. Temo que ésta no sea una de esas veces.
"Algo araña la pared" iba a ir sobre la conciencia y es una historia mejor que la que está escrita. Los muertos estaban muertos y en el cementerio, aunque los personajes extraños (Los que pasean carritos con cabezas, for example) seguían siendo el motor del interés, se convertían en individuos bizarros, de comportamiento irracional y siniestro pero inofensivos en su mayor parte. Haciendo cola frente a la casa del protagonista, un realquilado sin esposa. Queriendo entrar a su casa para escuchar lo que rugía detrás de su pared. Cada uno algo distinto... hubiera sido mejor, pero no iba a dar miedo ni a pretenderlo. Lo convertí en un relato de zombies porque sé que te gusta el subgénero y porque nunca había escrito nada serio sobre ellos. Francamente, los espectadores de telecinco me dan mucho más miedo que esos pobres, nada pretenciosos, torpes monstruos acechantes como horda de fans. Entiendo el agobio de verse rodeado de cadáveres en semidescomposición, yo sería de los que se tirasen de cabeza hacia los zombies para evitar las complicaciones. Los habitantes inteligentes de una república caníbal sólo toman decisiones prácticas y de racionamiento. Prefiero llevar una vida sencilla con una dieta de alto contenido en fósforo entre gente con intereses culturales afines.
La conclusión evidente es que te mereces algo mucho mejor que esto, incluso dentro del denostado género de... la literatura de género. ¡Bah! Sé que hasta yo puedo hacerlo mejor, pero tampoco es lo peor que hallarás aquí publicado.
Y ahora voy a subir a la cama y a darte un beso en la espalda. Espero no despertarte, mañana me contarás qué te pareció.

7:01 PM  
Anonymous gisela said...

guauuuu.....no puedo dejar de dejarte un saludo...gracias por escribir así,,,me quedé absorta leyendo tu historia...me encantó...y que más da si todos la entienden, basta que te expreses y aquel que le guste te lo dirá , los demás no importan...bravo !...sigue escribiendo así y no expliques nada...vive tu talento!
saludos cariñosos desde Chile, Valdivia verde

7:11 PM  

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