Tuesday, May 16, 2006

Lo bueno de ser soso es que, si te comen, al antropófago no le va a subir la tensión

Caminaba por una calle, cuando cinco chinos se lanzaron a por mí y empezaron a pegarme. Yo no sabía porqué aquellos chinos se habían avalanzado contra mí. No los conocía. No conocía a ningún chino, antes que a aquellos que me golpeaban. No querían robarme, rechazaron mi cartera. Y fue cuando uno de los chinos sacó una katana de alguna parte cuando, amoratado y sangrante, decidí que la situación se empezaba a poner fea y era preciso dejar de lado mi natural timidez y hacer una pregunta:
- ¿Por qué me pegáis?
En mal español, uno de los amarillos me respondió:
- Somos una secta surrealista, admiradora de André Breton.
- Ajá, pues a ese que antes llamábais Chu-Pi-Chin, cuando sacó los espinos lo vi sonriendo. Yo creo que disfruta.
El chino que me había contestado (Eso creo, la conmoción me dificultaba percibir ciertos matices) empezó a reñir a Chu-Pi-Chin, que, en señal de redención, empezó a botar como una rana sobre la acera. Los demás empezaron a imitarle y yo, que soy de lo más sugestionable y había perdido mucha sangre, también hice lo propio. En una de las zancadas pude notar como se me movía de manera extraña una costilla.
Al final nos hicimos muy amigos los chinos y yo.
La costilla que me sobró la enterré en el jardín de mi casa. El otro día, una mujer hecha de musgo tierra y enredadera preguntó por mí, pero yo estaba jugando al ordenador en pelotas y no me apeteció recibirla.
Cosas que pasan.

1 Comments:

Blogger Caminante said...

Lo de chinos va porque eran de rasgos orientales Ferdl, no te acuerdas al AMERICANO que llamabamos "chinorri". Sin embargo puede que no haya pisado Asia en su vida.

La vida es así, nacen mujeres en el jardín de tu casa.

10:26 AM  

Post a Comment

<< Home