Sunday, January 04, 2009

Meditación sobre la Crisis

Sé que tiene algo de atentado al lenguaje, confundir Economía (Que engloba métodos y teorías muy dispares) con aquello de lo que voy a hablar, que no es sino una rama de la misma, la llamada Teoría Económica. Pido disculpas por mi simplificación, pero entiendo que es conveniente en virtud de la concisión.

Ahora que olvidé lo poco que sabía sobre el tema, me encuentro en la obligación de escribir algo sobre Economía, en el tono más superficial posible para que no se hagan evidentes mis lagunas.
Si este texto hubiera surgido en el año posterior a mi abandono de la carrera, yo mismo hubiera reconocido que no se trataba más que del resentimiento de un mal perdedor lo que lo inspiraba.
He sentido en mí como se pulían aptitudes de nuevo, y a la nueva luz de un esfuerzo que está de acuerdo con mis posibilidades, he recuperado suficiente autoestima como para poner en orden un par de intuiciones que me rondaban.
El hecho real que me asaltó desde las almenas de la caja tonta, fue la existencia de ese canal llamado Intereconomía, supuestamente dedicado a la divulgación de la ciencia lúgubre, tan politizado como todos los demás aunque de manera más evidente. Este canal alterna, sin dar al espectador un respiro, los análisis bursátiles con mensajes contra el aborto o la homosexualidad, la explicación de los balances de alguna gran empresa con la proclamación alegre del advenimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Como las mezcolandas siempre me atrajeron, ha habido más de una ocasión en la que furtivamente me he asomado a esa ventana, disfrutando cada minuto con placer masoquista, el mismo que me ha convertido en un aficionado a la pornografía, a las películas de serie B y (Durante un tiempo) a coleccionar folletos de sectas.
Quien quiera empaparse en mis razones, no tiene más que acudir a google, hay quien ha encontrado una fuente de verdades irrefutables en el citado canal y yo lo respeto, siempre que no quieran hacerme comulgar con sus máximas.
Mi reflexión surgió de la manera más estúpida, lo único que hice fue preguntarme el porqué estaba mezclada la Economía con la Religión y las ideas conservadoras en semejante potaje.
La primera respuesta siempre es la más vulgar y es conveniente descartarla: se había asociado al PP la etapa de bonanza de la Economía, y el PSOE, que está recogiendo los frutos podridos de un árbol demasiado cargado, estaba hundiendo España con su mala gestión. Es cierto, para mí es casi indebatible, que este Gobierno lo está haciendo francamente mal y que de Solbes, que ya demostró su ineptitud en ocasiones anteriores, no se pueden esperar ni siquiera excusas.
Es como digo, la primera conclusión, pero no tiene mucho sostén, si uno se entretiene en buscar en esta maravillosa fuente al alcance de todos, el Grupo Intereconomía lleva más de 10 años difundiendo al Dios Dinero y al Dios Yahvé a partes iguales, de lo que se concluye que no surgió como reacción al triunfo del PSOE y es que puede que la asociación entre Economía y Religión a nivel de Disciplina (No hablo por tanto de razones económicas como sostenedoras de los ideales religiosos, para eso ya tuvimos a Marx) no sea tan antinatural.
No ignoro que los economistas se encuentran tan divididos por la política como casi cualquier otro colectivo profesional, pero hay algo que une su profesión a los religiosos, a los idealistas y a los niños: Su amor por las verdades indemostrables.
Existe una manía que impregna a sociólogos, psicólogos, economistas y otras buenas gentes. Ésta consiste en llamar a lo que ellos hacen Ciencia (Con mayúsculas). Pensando mal, puede que su fin no sea distinto al de acogerse al prestigio de los físicos o los biólogos.
No obstante, si uno de estos buenos hombres quisiera exponer que su hipótesis de partida es que el Ser Humano, como todo lo que existe en la Naturaleza, se encuentra determinado por leyes sobre las que se podrían hacer predicciones en determinados casos, admitiría su prudencia con respeto y le animaría a seguir con su investigación hasta donde pudiera llevarle.
El problema reside en que, para lo poco que conocemos al individuo sobre cuyo comportamiento queremos hacer predicciones, la llamada Ciencia Económica se encuentra realmente avanzada, habiéndose llegado a crear modelos económicos, de una complejidad matemática admirable que resultan totalmente inútiles a la hora de predecir crisis como las que vivimos.
Si me leyera un número suficiente de personas, entre ellas acabarían saltando algunos para interpelarme: "Esos modelos sí pueden prever las crisis, fueron creados desde la honestidad más escrupulosa y concuerdan con todas las observaciones del pasado de las que disponemos"
La respuesta es a esta observación es muy sencilla: "Las crisis no son deseables por las personas que ganan su sueldo prediciéndolas, pues el objetivo de predecir una crisis no es otro que el de prevenirla y, con posterioridad, siempre se inventan mecanismos que la hubieran podido evitar. Si el modelo del que se servían hubiera sido algo más que una curiosidad estadística, la mayor parte de la gestión económica de un Gobierno habría quedado automatizada. Los hechos prueban que tal cosa no sucede."
Y he aquí también la relación con la Religión, pues la Economía se basa en dogmas blandos. Un dogma blando es aquel objeto de fé al que, por mucho que se presione, deja suficiente hueco como para que coexistan otras ideas con él, sin llegar nunca a desplazarse. Dios es indemostrable, tampoco se puede demostrar su inexistencia, ni la de un comportamiento humano que sea previsible en el grado en que las ciencias sociales lo requieren, ni tampoco que no lo sea. Puede coexistir con la duda, e incluso con la negación, porque es capaz de refinarse, de disfrazarse, aunque está sin perder su naturaleza. Los modelos recogen datos del pasado, por lo que se convierten en coherentes con sus propias raíces, pero no trascienden y lo poco que prevén es en virtud de la inercia. El fracaso de estos modelos no implica el fracaso del concepto de "modelo".
Cuando Nietzsche, con su estilo furibundo, advertía que la fé era un pilar sin el que el edificio de la cultura occidental se derribaría, era porque, desde la época insensata en que le tocó vivir, no pudo dar cuenta de la flexibilidad que pueden llegar a tener las ideas antes de desaparecer. Nuestro Dios ya está despojado de muchas de las joyas del Dios de los antiguos, pero sigue existiendo, comprimido contra la pequeña frontera de lo que realmente conocemos. Y la Economía, como cualquier estudio que cuente con el hombre como sujeto predecible y parta de que realmente conoce a este sujeto, se irá comprimiendo también, por el peso de los hechos, pero dudo mucho que desaparezca.
Es por tanto, necesario, que situemos a esta Economía nuestra en el lugar que le corresponde, y construyamos templos y nombremos a los empleados de Banca y a los brokers sacerdotes y, ante todo, recemos porque estos días pasen pronto y volvamos a ver el blanco rostro de Dios.

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