Sunday, December 13, 2009

Ésta no es la entrada que quería escribir, pero se acerca

Mi gata es un pedazo de pura maldad tapizada con pelo. Tiene ojos de reptil insólito, caprichos de dama postrera, sucumbe a una caricia y araña la mano que le da de comer. Mi gata soy yo mismo en otra época, tal como me quise ver reflejado en miradas amenazantes. Mi gata nunca fui yo aunque lo intente.
Con la gata sobre la barriga, el teclado se apoya casi en las rodillas. Hoy no hice nada, ni ayer, ni ante anoche. Escribo para matar una sed que ya no tengo, como voces anteriores al apagón mortal de la madrugada, que llega a las seis casi siete en esta época del año. Si leen algo parecido en otras partes, antecederá a una súplica, un reproche o un grito de ira. No es el caso. Hoy, mirando el monitor a través de mis cristales, he decidido que nadie puede salvarme, y que no tengo a nadie a quien culpar, ni tan siquiera a mí mismo. Estoy sólo y por eso me desconecto, por el bien común de todos los hombres que no soy ni seré, pero quieren seguir viviendo en mis sueños.

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