Monday, November 11, 2013

La partida de ajedrez

El dedo que toca la corona pega un salto hasta la torre, Zhang You mueve.
Su pupilo observa la jugada. A través de la brecha un viento persistente hace bailar el estandarte. Una cucaracha pasea impunemente por la pared, proyectando sombras amenazantes que juegan con la llama de las velas. La tarde huele a melocotón maduro y a orillas del tiempo, a libro viejo y a humedad.
El aprendiz está a punto de romper la estrategia del maestro, sus dedos ya desfilan por encima de las piezas, para elevar la tensión. Sonríe, se rasca la sien y el silencio es entonces interrumpido:
- Para.
El alumno alza la mirada.
- No es ésa la ficha que debes mover, si es que aprecias nuestras vidas.
- ¿Maestro?
- Intuyo que podría suceder algo terrible si realizas ese movimiento.
Los dedos se retiran, los ojos preguntan.
- Voy a aliviar esa confusión que sientes. Te diré porqué es un riesgo para todos que hagas esa jugada y no voy a usar metáforas ni parábolas para ello, sino que me serviré de una de las más antiguas disciplinas, ya perdida en el tiempo y conocida por muy pocos, para explicarme.
- ¿Una nueva forma de meditación, maestro?
- No, subnormalito, voy a usar la Ciencia Ficción.
- Ahm.
- Mira ¿Sabes lo que es un multiverso? - En ese momento sacó una larga pipa y se la acercó a la boca, sin encenderla porque sabía que el tabaco produce cáncer. - Claro que no, ¿tú que vas a saber? Un multiverso es como una colección de Universos. Es como si, paralelamente, existieran distintos estratos de realidad que no entraran en contacto entre ellos, salvo que...
- ¿Salvo qué, maestro?
- Bueno, aunque el rollo éste de los multiversos está totalmente demostrado, no se sabe muy bien cómo se originan. Hay quien dice que siempre han estado ahí y que han sido la creación simultánea de un Dios que, no contento con hacer uno bien, fabricó varios "regular". Otros piensan que los multiversos son fenómenos de la conciencia y que en cada mente hay toda una existencia particular y única. Es una idea muy bonita que me contó una vez un hippie que olía a orina que echaba para atrás. Pero, sin duda, la teoría más difundida es la de que los Universos paralelos no son más que copias de seguridad que se van quedando atrás, una especie de historial de las decisiones que se han ido tomando. Si alguien, un ser de gran poder, pudiera hacer retroceder el tiempo a uno de esos "puntos de restauración" teóricamente seria capaz de recrear una oportunidad perdida, fuera con esa muchacha a la que no le dijiste nada por timidez o con aquella otra a la que sí invitaste a acostarse contigo, ocasión que aprovechó para atarte a la cama con unas esposas, echarte brea, emplumarte, sacarte fotos y ponerlas en Internet.
- Sigo sin entender qué tiene eso que ver con nuestra partida de ajedrez.
- Es fácil, pero primero tienes que conocer las potenciales consecuencias letales de rectificar lo que ha sido. Si pudieras viajar al pasado y matar a tu abuelo ¿lo harías?
- ¡Por supuesto que no!
- Eso me indica que eres una persona noble y de buen corazón. Si lo hicieras, de todas formas, formarías una terrible paradoja, porque no habrías nacido y entonces no podrías matar a tu abuelo y... ¿lo vas pillando?
- Creo.
- Pero, fuera del ejemplo clásico, imagínate una inconsistencia mucho más pequeña. Dos Universos posibles: En uno de ellos te has puesto la misma camisa que ayer y en otro no. Llamemos al primer Universo por la letra "G" y al segundo lo denominaremos "L". En el "G", al usar la misma camisa, no la echas a la cesta de la ropa. Al no hacerlo, la criada ve el cesto vacío y ni se le pasa por la cabeza hacer la colada. Llegamos esta tarde al salón, cada uno se sienta en un lado del tablero y empieza la partida.
Pero piensa en el Universo "L". El terrible Universo "L" donde no eres un guarro y echas la camisa a lavar. La criada la ve y piensa "Bueno, sólo hay una camisa, pero algunos de los cojines están sucios. Voy a quitarles las fundas y a lavarlos." Bien, observa que no quita todos los cojines, sólo los que están sucios, como es el caso de aquel sobre el que ahora me siento. Y éste es un asiento escogido, a pesar del polvo que acumula, porque es el más mullido de los dos y porque, como en multitud de ocasiones te he dicho mientras paseábamos entre los cerezos discutiendo sobre lo humano, sufro de unas espantosas hemorroides. Pero, retirado este cojín (Pues la criada ha preferido llevárselos de golpe y no devolver el relleno hasta no haber terminado de lavarlos) no me quedaría más remedio que sentarme donde tú estás ahora mismo. Es decir, que tu higiene personal ha influido en el color de las fichas con las que juego.
Y ahora viene la parte espinosa del asunto: De la misma manera que matar a tu abuelo crearía una paradoja que devoraría la existencia, cualquier decisión que tomes, incluso dentro de tu línea temporal asignada, que sobre-escriba aquella opción que hubieras escogido de ser el Universo "como tiene que ser" va a crear un error de escritura si en algún momento se hiciera uso de un punto de restauración.
- ¿Qué?
- Que, básicamente, si mueves esa ficha, puede que de manera paralela también estés moviendo esa misma ficha en dirección contraria. Y que, creado un error de lectura en el flujo temporal porque uno de mis pupilos está tirando hacia el Este y el otro, que es el mismo, lo hace hacia el Oeste, se rasgaría el tejido del espacio-tiempo, creando una singularidad que aniquilaría el Cosmos ¿Lo captas?
- Pero, maestro ¿Cómo saber cuándo estamos haciendo las cosas de acuerdo con la naturaleza y el orden de las cosas y cuándo no?
- Ésa es la parte más fácil de todas. Básicamente, si yo te digo que no hagas una cosa, no la haces y punto.
- Vaya. Entonces... ¿no muevo la ficha?
- No.
- Mmmm... ¿Y esta otra?
- A ver. - Zhang You pareció concentrarse por un momento, aspirando de su pipa apagada y con los ojos cerrados. - Sí, esa puedes moverla, aunque mejor si mueves esa otra, el Universo te lo agradecerá.
- Como deseéis, maestro.
Con un rápido movimiento, Zhang You interpuso su reina dando jaque al rey de su pupilo. Dos jugadas después, anunciaba a voz en grito su victoria.
- ¡Gané! ¡Gané! - Gritaba mientras agitaba las faldas de su túnica, desvelando el escudo del atlético de Madrid dibujado en sus calzoncillos. - ¡Gané! - Decía y también, con retintín - Yo he ganado y tú has perdido, ña, ña, ña, ña, ña...
Y fue en ese momento, ante el tosco baile de su mentor, que el humilde alumno empezó a dudar sobre el buen juicio de Dios y sobre el propio determinismo.

1 Comments:

Blogger la voz y la palabra said...

Me ha gustado mucho, me he reído. Jajaja.
Si siempre hiciésemos caso a nuestro maestros estaríamos perdidos. Aunque no tengo claro que quieras decir eso.

Un abrazo.

4:07 AM  

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